El 'botellón', la suciedad y el ruido ocupan la plaza Reial y los aledañosJORDI SUBIRANA
Según Marga Guasch, de la Coordinadora de Veïns del Gòtic, la zona se está convirtiendo "en un parque temático que favorece el turismo de borrachera". Las palabras de la vecina las confirma el hecho de que cada día acuden cientos de jóvenes, muchos extranjeros, a practicar el botellón, apoyado logísticamente por la cada vez mayor presencia de vendedores ambulantes de latas de cerveza. Los vecinos aseguran que la Guardia Urbana actúa con mucha permisividad y que únicamente requisa las latas en casos puntuales. DIFERENTE TRATO Otros de los que se quejan son los propietarios de los bares de la zona. Rafael, del Glaciar, no se atreve a decir que la venta ambulante afecte a su negocio, pero critica la diferencia con la que el ayuntamiento trata a unos y a otros. Explica que los establecimientos no pueden dar un vaso de plástico a los clientes para que la gente pueda beber fuera "mientras que delante tienes a cientos de personas vendiendo latas y consumiendo en la calle". Un portavoz de la Guardia Urbana reconoce que la venta ambulante es un problema en alza, "que va a más a medida que se acercan los meses de calor", aunque asegura que en ningún momento se deja de decomisar latas de cerveza. La misma fuente policial añade que si algún día no se produce una intervención policial en una zona en la que haya venta ambulante con Guardia Urbana es porque los agentes están haciendo otro servicio, no porque toleren ese comercio. Gerard Capó, director del programa de intervención en prevención social de Ciutat Vella, explica que beber en la calle está prohibido en Barcelona y que se sanciona con una multa administrativa, aunque opina que ésta no es la vía para resolver el problema. "Lo que se debe hacer es atajar la venta ambulante". La Guardia Urbana asegura que no tiene constancia de que el botellón haya aumentado en Barcelona los últimos meses. TRABAJO ACUMULADO Según los vecinos, el botellón provoca un aumento del consumo de alcohol, ruido --lo que les impide dormir por las noches-- y suciedad. Cada día, especialmente, los meses de más calor, las brigadas municipales de limpieza no dan abasto para retirar las latas y botellas que se acumulan tanto en la plaza Reial como en las calles de Escudellers, Avinyó y Ferran. Beber en la calle no es el único motivo causante de ruido --los vecinos culpan también a los clientes y dueños de las terrazas-- y la suciedad en la zona. Desde hace unos meses, la plaza Reial se ha convertido en el lugar escogido por algunas tribus urbanas y una cuarentena de mendigos para vivir y dormir bajo los porches de la plaza entre cartones y papeles de periódicos o en viejos camastros. Algunas de estas personas están alcoholizadas. El dibujante Nazario, vecino de la plaza Reial, explica que el hecho de que no haya lavabos públicos y que en algunos establecimientos no se deje entrar a estas personas conlleva que hagan todas sus necesidades en la calle. "Hay días en los que es imposible estar en casa con las ventanas abiertas por el desagradable olor que sube desde la calle", critica. Nazario afirma que la plaza Reial "se está convirtiendo en una cloaca". Capó reconoce la existencia del problema y asegura que los servicios sociales del ayuntamiento están intentando que estos colectivos cambien de comportamiento o que se alojen en algún albergue o centro de acogida, aunque precisa que el problema es de difícil solución, ya que no se les puede obligar a irse. MENOS DELITOS Al parecer, la delincuencia ya no es el principal problema de la plaza Reial y sus aledaños. La constante presencia de la Policía Nacional desde hace tiempo ha reducido, el número de delitos, según Capó. Sin embargo, el problema está lejos de desaparecer. Los vecinos y comerciantes opinan que ahora los robos se han trasladado a los aledaños, principalmente a la calle de Escudellers y a la plaza de George Orwell.
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