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Castelló, 13/07/05

Vila-real valoraba con el «sentido común» si Rocersa superaba los niveles de ruido

El técnico que decretó el cierre afirma que no existía normativa clara sobre límites sonoros

El ingeniero técnico municipal, Pedro de Yago, confirmó ayer que la Central de Cogeneración de la empresa Rocersa funcionó sin licencia de actividad entre 1995 y 1998 pero, respecto a los niveles de ruido que emitía, advirtió que no eran ilegales por la sencilla razón de que ninguna normativa municipal marcaba baremos límite en zonas industriales. Los 18 agentes citados no atribuyeron los ruidos a la firma en concreto y los vecinos que testificaron acusaron a Vilanova de inhibirse respecto a sus quejas.

DAVID PÉREZ

En el banquillo, Pedro Tomás Llop, Vilanova y sus abogados
En el banquillo. Llop y Vilanova, de espaldas en la sala de visitas; en el segundo plano sus abogados.
El «sentido común». Éste criterio guió la actuación del Ayuntamiento de Vila-real hasta 1998 para determinar si la mercantil Rocersa emitía niveles de ruido molestos para los vecinos del área del Madrigal. Con estas palabras el ingeniero técnico municipal en esa época, Pedro de Yago, reconoció ayer en su comparecencia como testigo en la Audiencia Provincial que la ciudad no dispuso hasta 2002 de una normativa en materia de ruidos en el ámbito industrial. Según apuntó De Yago sí existía, en cambio, un baremo que regulaba las emisiones de ruidos en área urbana: 35 decibelios durante el día y 30 por la noche -de las 20.00 a las 6.00 horas-.

«Entonces, al no existir esa norma, cualquier empresa podía generar el ruido que quisiera sin límite», preguntó el letrado del matrimonio Flich. «No». Ahí, según el ingeniero, entraba en juego la lógica individual.

Centrado el interrogatorio en su actuación profesional respecto a Rocersa, Pedro de Yago ratificó que fue él quien realizó en septiembre de 1998 los informes técnicos que aconsejaron el cierre de la Central de Cogeneración de la firma cerámica «por funcionar sin licencia de actividad». «Lo hice a instancias del alcalde pero no recuerdo cuándo me lo pidió», añadió. Tras asegurar que a su mano nunca llegó ninguno de los cuantiosos informes policiales a instancias sólo del matrimonio Flich sobre el ruido generado en la zona de Rocersa, De Yago también admitió que el alcalde jamás le pidió que investigara las molestias que supuestamente generaba Rocersa. «Para investigar la procedencia de la fuente sonora hacía falta un analizador de frecuencias, aparato que el consistorio no tenía entonces ni ahora», señaló.

Otro apartado de su testimonio se ciñó al momento en que, acompañado del policía local que actualmente ejerce labores de escolta del alcalde, procedió a clausurar la planta de cogeneración de Rocersa, el 20 de noviembre de 1998. «En aquel momento, el aparato estaba en marcha. Yo no realicé mediciones de ruido ni me pidieron que las realizara, sólo procedí a cortar la instalación». Según relató el ingeniero técnico municipal, el aparato estaba formado «por dos motores de explosión situados sobre el firme, dentro de un recinto cerrado».

Previamente al testimonio del empleado del ayuntamiento, comparecieron 18 policías locales de Vila-real que entre 1995 y 1998 realizaron mediciones sonométricas en la vivienda del matrimonio Flich y en el exterior de Rocersa. Todos, en mayor o menor medida, aportaron tres ideas: Los niveles de ruido en ambos lugares eran altos, no se podía determinar que procedieran en concreto de Rocersa y aclararon que todas las mediciones fueron siempre de madrugada a petición del matrimonio y nunca a instancias del consistorio local, a pesar del gran volumen de denuncias existentes.

Testimonio del jefe de policía

Muy clarificador fue el testimonio del actual máximo responsable de la Policía Local de Vila-real, Ángel Torres, en el cargo desde 1990. A la pregunta de si conocía las numerosas quejas vecinales, fue taxativo. «Oficialmente nunca supe nada sobre Rocersa ni recibí instrucciones. Sólo lo publicado en prensa y los informes de los agentes con las mediciones, que elevaba a alcaldía». «Y es normal que hubieran 30 denuncias y usted no supiera nada», indagó entonces el letrado de la familia Flich. «No lo sé, yo nunca recibí ninguna instrucción del alcalde sobre Rocersa ni tampoco pasó por mi mano el estudio sonométrico que se hizo en Vila-real, el por qué no lo sé», admitió, insinuando que le dejaron al margen de todo lo concerniente a la empresa cerámica.

Torres contrapuso, como respuesta a una pregunta del juez, la actitud pasiva del alcalde respecto al ruido con otros ámbitos administrativos, «donde constantemente recibo escritos suyos para pormenorizar algún tema concreto».

Hoy se celebrará la tercera sesión del juicio que se sigue contra Vilanova y el gerente de Rocersa, Pedro Tomás Llop. Está previsto que declaren los últimos testigos citados y comenzarán a comparecer los peritos propuestos por cada una de las partes.

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