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Elche, 10/2/3

Un millar de jóvenes monta los sábados su 'botellón' al lado del Martínez Valero

El horario más concurrido es el comprendido entre las once de la noche y la una. La falta de iluminación y de presencia policial en la zona provocan inseguridad

GENOVEVA MARTÍN

La práctica del botellón ha vuelto a instaurarse en Elche, donde ésta se erradicó hace más de cinco años. La ciudad se convirtió entonces en un referente en la Comunidad Valenciana por haber logrado desterrar este proceder juvenil en distintos puntos del casco histórico y zonas aledañas. El Ayuntamiento tuvo mucho que ver en ello, especialmente la Policía Local a la que se encomendó la labor de luchar contra esta nueva costumbre, consistente principalmente en aparcar el coche y abrir el maletero repleto de botellas de bebidas alcohólicas.

Desde entonces y con la ley autonómica en la mano, la vigilancia ha sido constante, en particular en lo referente a los menores de edad. Las dependencias escolares son visitadas sistemáticamente fuera del horario lectivo, en particular durante los fines de semana, por ser lugares de reunión de adolescentes, habituales consumidores de bebidas alcohólicas y, a menudo, de sustancias estupefacientes.

Las laderas del río son otro de los puntos donde se ha estado prestando una especial atención, en particular los sábados por la tarde, horario en que muchos adolescentes menores de catorce años se desplazaban hasta las mismas para montarse su mini botellón.

Secreto a voces

Quien quiera ver de cerca un botellón a lo grande en Elche no tiene más que dirigirse al Martínez Valero, cualquier sábado por la noche. La zona de aparcamientos del estadio está casi tan concurrida como un domingo por la tarde cuando el Elche CF juega en su interior.

Cientos de vehículos se encuentran estacionados. Las puertas de los maleteros están levantadas, la música suena a todo volumen y los vasos de plástico, muchos de ellos de gran capacidad, se llenan con alegría. La fiesta se inicia sobre las once de la noche del sábado. Según los presentes acuden a «calentar motores» antes de seguir la noche en algunas de las discotecas del polígono de ocio de Altabix -situado a doscientos metros del lugar- o en cualquier local de Alicante o Santa Pola sobre la una de la noche.

Aunque no hay vallas, la fiesta se celebra en un recinto privado, en esta caso del club de fútbol. Al parecer, según reconoce los mismos participantes en el botellón, esta circunstancia les permite gozar de total tranquilidad. Varios de ellos, que optan por no dar sus nombres, aseguran que «la Policía no se acerca para nada, aunque todo el mundo lo sabe».

La zona está muy mal iluminada, lo que puede propiciar problemas de inseguridad para los que acuden al lugar. De hecho, esta falta de luz ha sido aprovechado siempre por las parejas de novios, actualmente desplazados los sábados por la noche por los marchosos. Hay gente de todas las edades y no faltan menores.

La vigilancia que se ejerce en los locales de ocio, tanto por parte de los dueños de los mismos como de la Policía Local, con el fin de impedir la entrada a los menores y su acceso a las bebidas alcohólicas desaparece totalmente en el botellón. Los adolescentes beben lo que se les antoja y los problemas de comas etílicos son frecuentes. Según los participantes, «todo el mundo sabe que se junta aquí más de mil personas, todos los fines de semana pero nadie se da por enterado». Añade: «Es un secreto a voces».

La combinación del alcohol con la conducción -los vehículos entran y salen sin parar- es sumamente peligrosa. De hecho, las colisiones con daños materiales son frecuentes y el peligro para los peatones es permanente.

Un año de existencia

La concentración de vehículos repletos de botellas se inició hace aproximadamente un año. Coincidió con el auge de noticias sobre los problemas vecinales surgidos a raíz de esta práctica juvenil en diversos puntos de España. Los que toman parte en los botellones los justifican porque «te pones a tono» y «sale más barato que en las discotecas y tascas».

Los dueños de varios locales de ocio consultados dejan claro que «se está haciendo la vista gorda porque de esta forma se eliminan los problemas de la zona centro y aunque den el follón, ahí no hay vecinos».

El botellón del Estadio Martínez Valero tiene posiblemente los meses contados. La construcción masiva de viviendas unifamiliares en las cercanías puede terminar con esta práctica.

Otra zona está siendo invadido por los coches-bares. Se trata de los aparcamientos del campus de la Universidad Miguel Hernández, lugar que aunque aisaldo está muy cerca la zona centro y con fácil acceso.

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