Bilbao, 5/2/3 OPINIÓNMala acústicaSANTIAGO GONZÁLEZLabein ha elaborado un informe en el que se detalla el mapa de ruidos de Bilbao a petición del Ayuntamiento. En él se indica que más de 80.000 bilbaínos viven en una zona en la que la contaminación acústica alcanza valores superiores a los 65 decibelios. La mayor fuente de ruidos es el tráfico, especialmente en las proximidades de la A-8 y en los accesos a la misma por Sabino Arana, donde se llegan a registrar más de 75 decibelios, el doble de ruido que el resto de la ciudad. La segunda zona ruidosa de Bilbao la forman el barrio de Abando y la Gran Vía, y la segunda fuente de contaminación acústica son los bares de copas, lo que sitúa también entre las zonas más ruidosas de la villa las concurridas Galerías Urquijo, la Alameda Mazarredo y el Casco Viejo. ¿Cómo no comprender a los vecinos cuando manifiestan la especial inquina, malestar y agresividad que les produce el petardeo de las motos con escape libre? Hay que confesar humildemente que el ruido de las motos saca de nuestro interior lo peor de uno mismo, los más inconfesables deseos y ojalás para el autor del ruido. Tampoco está mal el camión de la basura a la hora precisa en que se empieza a conciliar el sueño. Pero no le va a la zaga, aunque no sea muy frecuente en el entorno urbano el maullido de un gato en celo. Hay una gran novela policíaca de William Irish, que comienza así, con una noche de calor insoportable en Nueva York, que obliga a mantener las ventanas abiertas y abajo, en el callejón, el cabrón del gato que no calla. Inolvidable. El informe no considera ruidos los que hacen los vecinos al otro lado del tabique, por muy napolitanas que sean sus discusiones familiares o por muy expansivos que se pongan a la hora de cumplir el débito conyugal de los sábados. Pone uno la televisión más alta y váyase lo uno por lo otro. Al proyecto de Ley del Ruido que elabora el Ministerio de Medio Ambiente le han sido presentadas una serie de alegaciones por parte de las organizaciones ecologistas que piden sanciones ejemplarizantes para los locales nocturnos que sobrepasen los niveles de contaminación legales y que el máximo de ruido en el interior de las viviendas no supere los 25 decibelios, que es el límite que va a imponer el Ayuntamiento de Bilbao. A ver si cunde.
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