Nos hemos acostumbrado a convivir con el ruido

Rafael Hernández del Águila · Profesor de Ciencias Ambientales

J. A. Guerrero · Granada

- Todas las ciudades andaluzas se mueven entre los 66 70 decibelios, ¿tanto influyen en el ruido tres o cuatro decibelios de mas o de menos?
- Hay unos umbrales a partir de los cuales tres decibelios de mas pueden significar pasar del bienestar a la molestia. Lo que pasa es que aceptamos el ruido hasta que no traspasa determinados umbrales. Pero hay que recordar que el nivel de aceptabilidad del decibelio no es lo mismo para según que ruido. Un hombre tocando una guitarra mas el canto de un pájaro mas la campana de una iglesia pueden ser cuantitativamente igual que el ruido de una moto. Y es triste meter en la misma batidora decibelios tan diferentes.

-¿Cual es el principal elemento que contribuye al ruido urbano?
- Casi del 80% del ruido los provoca el tráfico. El caso mas significativo son las motos, que tienen mucho peso en toda Andalucía.

- Así que el ruido urbano es un problema irresoluble a corto plazo...

- Estamos tan acostumbrados a convivir con el ruido que creemos que el problema es irresoluble. Si nuestras responsabilidades con el ruido se acaban donde está la línea de lo intolerable, no resolveremos nunca el problema del ruido. Nos obsesionamos por no llegar a los niveles máximos tolerables, que son niveles a partir de los cuales se produce malestar. Pero el problema del ruido no está en decir no pasemos de esta raya porque si forzamos la situación hasta la línea de intolerabilidad acabaremos saltando la barrera. Estar tres o cuatro decibelios por debajo de los permitido no es para tirar cohetes.

-¿Somos ruidosos los andaluces?
- En general todos los españoles somos bastante ruidosos y los mediterráneos más.

-¿Y por que convivimos con tanta facilidad con el ruido?
- Porque el ruido ha ganado carta de naturaleza como imperativo de la evolución de los tiempos. Pero ante el imperativo del ruido también está el derecho al silencio, a la tranquilidad, a escuchar otros sonidos. Nadie ha debatido socialmente por que tiene que ganar siempre el ruido ni cuanto tiene que pagar el que hace ruido para compensar el daño que produce a los que no lo hacen.

-¿Hay alguna ciudad "no ruidosa" ejemplar?
- En general hay bastantes ciudades de tipo medio en Centroeuropa que son poco ruidosas. Y lo son porque el trafico no penetra en ellas.

-¿Se ha convertido el silencio en un valor?
- Pues sí, al paso que vamos va a haber que pagar por el silencio. Igual que si continua la contaminación atmosférica habrá que comparar botellas de aire que se pueda respirar.

- Nos quejamos del ruido y sin embargo luego somos muy gritones, ¡que contradicción!
- La realidad es que libremente optamos por el ruido. Hablamos a voces, gustosamente nos quedamos sordos en la discoteca y aceptamos que el sonido de las películas en el cine sea terriblemente alto. Estamos perdiendo la capacidad de escuchar sonidos de nivel medio o bajo porque funcionamos en un umbral de sonido demasiado alto. El sonido es información, pero esa información desaparece cuando permitimos que lo que nos entra en los oídos este a otro nivel. Somos incapaces de percibir el mundo que nos rodea, a unos nivele bajos. Estamos saturados desde el punto de vista sonoro, y lo malo es que queremos superar la saturación sonora con mas saturación todavía.

- Así que nos hemos acostumbrado al ruido
- Sí desgraciadamente. Si quieres llamar la atención tienes que elevar el sonido. Y si el que está a tu lado también quiere que lo escuchen tiene que ponerse por encima del tuyo. Y eso ocurre en otros ámbitos cono el ates mencionado de las películas de cine. Estamos dejando de percibir información porque la estamos convirtiendo en ruido.

-¿Que terapia podemos aplicar en nuestra vida cotidiana para ser menos ruidosos?
- Pues una cosa tan simple como escucharnos a nosotros mismos. Recomendaría que la gente esté silencio uno o dos minutos y que en este tiempo intente percibir cosas a un nivel normal. Verán lo que da de sí un minuto o dos escuchando en silencio.

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