Resumen de prensa, 26/4/2001






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España, a la cola de Europa en la regulación de la contaminación acústica

Es uno de los países más ruidosos del continente. La mitad de la población soporta niveles en la frontera de lo recomendable

Pérdida de audición, zumbidos en los oídos, trastornos del sueño o irritabilidad es el menú de secuelas de una excesiva contaminación acústica.

Que España es uno de los países más ruidosos del mundo es un tópico bien asentado en la realidad. A la cabeza de Europa en contaminación acústica -un dudoso honor cuyo podio disputamos a los griegos- más o menos la mitad de la población española está sometida a niveles de ruido que los expertos consideran en la frontera de lo tolerable sin graves consecuencias, los 65 decibelios.

A pesar de ello, España está a la cola de la aún escasa regulación europea para regular y reducir los niveles de ruido que lleva aparejada, sobre todo, la vida urbana.

El valor del silencio cotiza a la baja en España. En un intento por darle la vuelta a esta realidad, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), lleva tres años intentado inculcar en las autoridades y los ciudadanos que un adecuado nivel acústico en la vida cotidiana es, a la vez, un derecho y una necesidad.

El tráfico, en primer lugar, y otros medios de transporte, las obras, la «movida» nocturna y otras manifestaciones de la actividad humana han convertido a las ciudades españolas en una barahunda difícil de soportar.

Coinciden los expertos en que la actividad normal del ser humano produce un nivel de ruido de unos 55 decibelios. A partir de los 65 empieza a ser molesto y a partir de los 85 acarrea perjuicios claros para la salud. Lo que nos diferencia, en negativo, a los españoles respecto de la media de los países europeos es que hay un mayor porcentaje de la población, en torno al 50%, sometida a niveles de ruidos de 65 o más decibelios.

Llegados a este punto los efectos no tardan en apreciarse: pérdida de audición, zumbidos en los oídos, trastornos del sueño, irritabilidad, comportamientos agresivos, fatiga, dolores de cabeza e hipertensión forman, entre otros, el menú de secuelas de una excesiva contaminación acústica.

Necesidad de sumideros
Según datos de 1998 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCEDE), hasta un 80% sufrimos de forma ocasional pero con cierta frecuencia sonidos superiores a los 80 decibelios. También cargamos con una notable carencia de parques, zonas ajardinadas y peatonales que actúen como sumideros de ruido y atenúen de algún modo los sonidos propios de la actividad urbana.

Llegados a este punto, los efectos no tardan en apreciarse: pérdida de audición, zumbidos en los oídos, trastornos del sueño, irritabilidad, comportamientos agresivos, fatiga, dolores de cabeza e hipertensión forman, entre otros, el menú de secuelas de una excesiva contaminación acústica.

Jóvenes con sordera
Es más, un estudio realizado por por el Centro de Desarrollo Acústico (CEDA) de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura La Salle de Barcelona, concluye diciendo que la mitad de los jóvenes barceloneses de entre 18 y 27 años tiene deficiencias auditivas debido a la costumbre de escuchar música a un volumen muy elevado y al ruido urbano, según los primeros resultados de un análisis en el que se alerta de que muchos de ellos están condenados a utilizar un audífono a los 40 años si no varían sus costumbres. Este trabajo podría extrapolarse a los jóvenes de toda España.

Aunque no hay estudios comparativos entre estados de la Unión Europea y ni siquiera entre las propias capitales españolas, Madrid es, junto con Atenas, la campeona continental del ruido.

Quizá por ello, el foro es también una de las primeras urbes españolas donde se han empezado a dar tímidos pasos para reglamentar las emisiones sonoras, sin mucho éxito por ahora.

Lo que no existe por ahora es una ley de ámbito estatal con medidas para contrarrestar la contaminación acústica.

A la espera de la normativa comunitaria prevista para el año 2003, el borrador de la Ley Marco del Ruido sigue dando tumbos por los despachos del Ministerio de Medio Ambiente. Otro factor que nos distingue de Europa es la vida nocturna. Santo y seña de la identidad española, la movida juvenil constituye una importante fuente de ruido y de molestias que incrementan las perturbaciones psicosociales que denuncian los expertos.

El excesivo tráfico urbano sitúa a España entre los países más ruidosos

Más de la mitad de la población está expuesta a altos niveles de contaminación acústica
Los afectados por la contaminación acústica siguen aumentado y más del 50% de la población está expuesta a niveles que superan la barrera crítica de los 65 decibelios. El tráfico tiene la culpa, según los datos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que sitúan a España entre los países más ruidosos por falta de zonas peatonales.
EUROPA PRESS MADRID
Las ciudades españolas se encuentran entre las más ruidosas del mundo industrializado, y el sueño, la comunicación y la concentración de sus habitantes se ve gravemente interferida. La diferencia con el resto de los ciudadanos europeos está en la falta de zonas peatonales en los cascos antiguos de las grandes ciudades españolas, mientras que en otros países cuentan con un área de silencio dentro de las metrópolis.

El CSIC y la Sociedad Española de Acústica propusieron guardar un minuto de silencio en el mediodía de ayer, día dedicado en todo el mundo a concienciar a la población sobre este problema. Y es que los altos niveles de ruido pueden estar afectando a la salud de los habitantes de zonas muy ruidosas como la que rodea el aeropuerto de Barajas, según , Isabel López, la psicóloga ambiental del Instituto de Acústica, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Jóvenes con audífono

El Ministerio de Medio Ambiente prepara en estos momentos la Ley Marco del Ruido para armonizar las normativas autonómicas. El texto seguirá la futura directiva europea e introducirá los parámetros específicos de España.

La Confederación de Asociaciones de Vecinos destaca que en España hay un problema adicional: el ruido producido por el ocio nocturno, que se «debería combatir con planes educativos y de ocio alternativos». El ruido urbano y la música alta son los responsables de que la mitad de los jóvenes barceloneses tengan deficiencias auditivas, según un estudio publicado ayer, que afirma que deberán usar audífono a los 40 años.

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