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Málaga, 25/04/2001

Los malagueños se movilizan contra el fracaso municipal para combatir el ruido

Crean una comisión para evitar que Málaga sea una de las ciudades con mayor contaminación acústica de España

Pilar R. Quirós/Málaga
Son muchas noches sin pegar ojo, tantas que el cuerpo y la salud se resienten. Por primera vez, los vecinos de Málaga, del centro histórico, se han movilizado con este mensaje y han creado una comisión para combatir que Málaga sea una de las ciudades más ruidosas de España al superar la barrera de los 65 decibelios, un límite considerado pernicioso por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El ruido es la fuente de todas las quejas de los vecinos, que ayer se rebelaron contra el fracaso del Ayuntamiento para paliar la contaminación acústica.

El campo de batalla de estas asociaciones es la investigación de 128 bares de copas, así como los 'botellones' de la movida, que están provocando, aseguran, un éxodo masivo de la zona con más solera de la ciudad. Puntualizan, que han provocado que la población del casco histórico se haya visto reducida a 5.000 personas frente a los 25.000 que vivían en él en 1975, según datos de la Asociación de Vecinos del Centro Antiguo. La denuncia se hizo extensible al Ayuntamiento, al que culparon de incumplir la ordenanza municipal con el uso de ruidosos camiones de basura, así como de no vigilar por su cumplimiento en la hora de cierre nocturna de los bares

Hoy, Día Internacional de Concienciación contra el Ruido, los malagueños y sobre todo los que viven en el centro histórico tienen muy poco que celebrar. Los más de 65 decibelios a los que están expuestos los habitantes del casco histórico durante el día -un umbral que la OMS considera que puede ser pernicioso para la salud-, y los más de 67 decibelios que soportan los que viven en la zonas de ocio del centro durante la noche no son datos para lanzar las campanas al vuelo. Tampoco estarán de fiesta los municipios de Antequera (67,10 decibelios de media durante las 24 horas), Benalmádena (66 decibelios), Ronda (66,70) y Vélez-Málaga (66,70), ya que se encuentran entre las ciudades andaluzas con más de 20.000 habitantes que soportan mayor contaminación acústica y que superan el umbral recomendado por el libro verde de la UE, según datos del Informe de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Sin embargo, Marbella y Estepona, que no sobrepasan los 63 decibelios de media durante el día, aún no se encuentran en una situación excesivamente preocupante.

Por primera vez, una asociación de vecinos, la del Centro Antiguo, se ha movilizado contra el ruido que padece Málaga y contra la inoperancia del Ayuntamiento para combatirlo. No hay que olvidar que Málaga se sitúa entre las ciudades más ruidosas de España, un tema que preocupa enormemente la UE, donde el 20 por ciento de su población se encuentra en niveles acústicos nada deseables.

El mapa de ruidos que presentó el Ayuntamiento de Málaga el pasado mes de noviembre no ha sido ni mucho menos la panacea, y la única medida que se ha puesto en marcha, la de prohibir en las trece calles acústicamente saturadas la apertura de bares y otros establecimientos que vendan bebidas o alimentos para ser consumidos en la calle, no es una solución a un problema que es global y que pasa por controlar la alta concentración de bares y zonas de ocio, la gran afluencia de vehículos e incluso el «fuerte ruido» producido por los camiones de limpieza, que aún siendo del Ayuntamiento incumplen la propia normativa municipal», subrayó ayer María Dolores Acosta, responsable de la comisión contra el ruido de la citada asociación, que dio ayer una rueda de prensa acompañada de otros miembros como Rafael Liger, Lourdes Franquelo y Guillermo López.

Los vecinos lo tienen claro. La comisión que han creado para luchar contra los molestos ruidos ya ha 'echado la red' e investiga si 128 bares del centro son o no legales. «El Ayuntamiento da las licencias y luego no controla sus usos, y nos consta que muchos restaurantes y cafeterías acaban convirtiéndose más tarde en bares de copas, poniendo la música altísima cuando ni tienen licencia ni están acondicionados para ello», subrayó María Dolores Acosta.

La lucha de los que no pueden dormir, de los insomnes a la fuerza, tiene, por tanto, dos objetivos claros: acabar con los bares ilegales y el incumplimiento de las horas de cierre -dos de la mañana los días laborables y cuatro horas, los fines de semana-, y terminar con los 'botellones' (beber en la calle), los que ya intentó aniquilar la otrora alcaldesa Celia Villalobos con un bando municipal que no tuvo ninguna repercusión. El mapa de ruidos, un estudio que ha costado 32 millones de pesetas, y que parecía ser la solución a todos los problemas desde que se empezó a hablar de su ejecución en 1997 y finalmente se terminó, con muchos meses de retraso, en noviembre del pasado año, no deja de ser un mamotreto de papeles con poca utilidad práctica, al menos de momento. El área de Tráfico estudia sus aplicaciones, pero por ahora no hay proyectos en marcha.

Una bolsa de denuncias. Eso es lo que quieren conseguir de todos los ciudadanos del centro, que se han quejado en innumerables ocasiones del ruido que padecen, pero cuyas denuncias, generalmente a la Policía Local, no han tenido ninguna repercusión. Ahora, su recopilación es esencial para luchar contra esta 'lacra', que «amenaza con acabar con la vida en el centro», argumentaron. Según el secretario de la asociación, Guillermo López, la contaminación acústica ha provocado que en la actualidad el centro tan sólo cuente con 5.000 habitantes mientras que en 1975 tenía 25.000. Hemos llevado a las reuniones del Distrito Centro del Ayuntamiento nuestras quejas, pero no nos hacen caso.

Revitalizar el centro histórico no es sólo restaurar sus fachadas es realizar un plan integral para posibilitar que éste sea un lugar agradable en el que vivir, último objetivo de esta asociación que hoy realizará una mesa redonda en el Ateneo a las 20,30 horas con especialistas contra el ruido como la psicóloga medioambiental Clara Martimporgués; el arquitecto Francisco Jiménez; el director del Servicio de Salud Laboral en la Universidad de Málaga, José Orell, y Francisco Morales, presidente de 'Granada contra el Ruido'. Por ahora, piden el riguroso cumplimiento de las ordenanzas municipales y medidas correctoras «eficaces» en las trece calles saturadas del centro y en las 16 más que están a punto de alcanzar esta categoría nada envidiable para la salud, ya que el exceso de ruido puede afectar aún más al estrés que padecen los urbanitas, y en algunos casos puede perjudicar al sistema nervioso central, al sistema cardiovascular alterando el ritmo cardiaco, al aparato digestivo acarreando trastornos gastrointestinales, y al equilibrio provocando vértigos y pérdidas del equilibrio.

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