Una pelea por ruidos en un bar acaba con los implicados en comisaría

D. LEGUINA • MURCIA

Todo sucedió hacia las seis de la madrugada. Los ruidos procedentes del bar Bacanal, ubicado en la calle Madrid, no dejaban conciliar el sueño al vecino Pablo Jesús García, cuyo dormitorio se encuentra justo encima del local de copas. Ante la imposibilidad de dormir, García se asomó por la ventana para pedirles que hicieran menos ruido. Siempre según su versión, uno de las personas que estaba sacando la basura le hizo gestos desafiantes para que bajara.

«Cuando vi su actitud chulesca, me vestí y bajé a la calle. Entonces se lió todo. Un empleado y yo nos enzarzamos en una pelea. Al verlo, los demás empezaron a darme palos por todos lados. Vino la policía y, ante mi sorpresa, me detuvieron y me llevaron a comisaría», declara García, quien después de pasar varias horas arrestado fue puesto en libertad y presentó una denuncia contra el dueño por agresión. Según este vecino, el problema es antiguo: «Desde que abrieron el bar, hace un año y medio, no hay quien viva en esta casa. Todas las noches pasa lo mismo y los fines de semana se han convertido en un infierno».

La versión que ofrece Juan Antonio Garrigós, propietario del local, es radicalmente distinta a la de García. El dueño acusa al vecino de personarse en el bar en actitud violenta y provocar a los presentes. Reconoce que se produjeron agresiones físicas entre García y los empleados, «pero él fue el que empezó todo».

«Nosotros estábamos recogiendo tras un día festivo de mucho trabajo. De repente, esta persona entro en el pub hecho un loco y se lió a golpes con todo. Así comenzó la pelea. Uno de mis empleados le plantó cara y acabó en el hospital con un dedo roto», asegura Garrigós, quien además aclara que «antes de que viniera la policía, todavía tuvo tiempo de ensañarse con mi coche y destrozarme la luna y la chapa».

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