La hostelería de Mieres cerró ayer en otra jornada de protesta «por el acoso municipal»

Mieres del Camino, David MONTAÑÉS

«Este establecimiento permanecerá cerrado contra la política de acoso del Ayuntamiento a la hostelería». Miles de mierenses se encontraron ayer con esta escueta nota. Los propietarios de bares, restaurantes, sidrerías y cafeterías del casco urbano de la villa cerraron sus negocios como protesta por la «desproporcionada presión» a la que se ve sometido el sector. Aún abierta la herida de la violenta madrugada dominical, con las calles arrasadas por cientos de jóvenes incontrolados, una inmensa mayoría de profesionales (aproximadamente el 90 por ciento) secundó una jornada de paro que puso de manifiesto el distanciamiento entre el colectivo y el equipo de gobierno que preside Misael Fernández Porrón.

Minutos antes de la una de la tarde, decenas de hosteleros se concentraron en la plaza del Ayuntamiento. Los portavoces de la asociación Villa de Mieres leyeron un comunicado. Se desligaron «rotundamente» de los graves disturbios acaecidos la noche del pasado sábado, con enfrentamientos entre clientes y policías e importantes daños materiales en el mobiliario urbano y edificios. A continuación, repasaron los puntos sobre los que se asientan sus demandas. Éstas son las cinco reivindicaciones que han llevado a Mieres a sufrir una huelga hostelera sin precedentes y un fin de semana con alarmantes tintes vandálicos:

• Rebaja de la tasa municipal de terrazas e implantación de categorías dependiendo de su ubicación.
• Cobro mensual y sin tramos de los recibos de agua y recogida de basura.
• Libertad de horario de cierre o su unificación a nivel regional.
• Gestión de los chiringuitos de San Xuan por parte de la asociación Villa de Mieres a cambio de cinco millones de pesetas.
• Reconocimiento por parte del Ayuntamiento de la importancia a nivel económico del sector hostelero del concejo y su cobertura social.

El alcalde de Mieres, Misael Fernández Porrón, recibió a una representación de los hosteleros tras la concentración. La reunión se prolongó por espacio de 40 minutos. Al término de la misma, los portavoces del colectivo afirmaron sentirse «indignados». Acusaron al regidor de «estar jugando con su tiempo y dinero». Calificaron el encuentro de estéril: «A estas alturas, la única solución que nos ha dado el señor alcalde es que presentemos nuestras solicitudes por escrito a través del registro municipal», explicaron con visible cabreo. Fernández Porrón rehusó hacer cualquier tipo de manifestación a la espera de que mañana, miércoles, se reúna la junta de seguridad ciudadana, a la que se espera pueda acudir la delegada del Gobierno.

Mientras en el Consistorio se difuminaba un posible acercamiento de posturas, varios centenaros de hosteleros tomaron las calles de la villa. Los establecimientos que optaron por no secundar el paro –diez– fueron literalmente tomados por una multitudinaria representación del gremio. Pese a la ausencia de incidentes, se vivieron momentos de gran tensión, con enfrentamientos verbales entre manifestantes, propietarios y clientes. Algunos de los establecimientos cedieron a la presión y procedieron a cerrar sus locales. Los hosteleros calificaron el cierre patronal como «un gran éxito». Puntualizaron, aun así, que, por el momento, suspenderán su protesta a la espera de una solución.

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