Ruido, la contaminación invisible

JOSÉ JUAN VERÓN Zaragoza

No se ve, pero se siente y mucho. La contaminación sonora, el ruido, afecta a miles de familias aragonesas. Fábricas que todavía permanecen en el interior de los cascos urbanos de ciudades y pueblos, zonas de ocio nocturno y talleres son los principales causantes del problema. Durante el pasado año, el 37,5% de los expedientes abiertos por el Justicia de Aragón, Fernando García Vicente, sobre medio ambiente hicieron referencia al ruido, lo que provocó un informe especial sobre la cuestión. Los datos sitúan al ruido como la primera preocupación ambiental de los aragoneses. Molestias producidas por bares en Huesca, Bujaraloz, Jaca, Biescas, María de Huerva o Zaragoza ; ruidos generados por fábricas varias en Ateca y Cadrete, un taller en Zaragoza o por empresas de Magdalenas en Monzón; los vuelos de los reactores cerca del aeropuerto, la falta de pantallas para salvar el sonido del tráfico o las molestias de los bares del casco antiguo de Zaragoza son algunas de las cuestiones que ha tratado el Justicia en el año 2000. El denominador común eran los problemas de las familias para poder descansar, lo que genera problemas de salud y de convivencia. Incluso, en algunos casos, hay personas que sufren desequilibrio mental transitorio por la falta de descanso. El informe especial sobre el ruido presentado por el Justicia en las Cortes de Aragón dejó bien claro que se ha convertido en un problema de salud pública y que sólo 14 localidades aragonesas cuentan con ordenanzas para combatirlo. La institución reconoce que muchos ayuntamientos hacen la vista gorda. Según explican los asesores del Justicia, Zaragoza y la mayoría de ciudades aragonesas han resuelto ya los conflictos entre industria y viviendas, algo que todavía está pendiente en el medio rural. Sin embargo, no han conseguido solucionar los problemas con los bares y las zonas de ocio. «El ruido es contrario a los más elementales derechos humanos. Se perturba el descanso, se perjudica la salud y se invade la intimidad de las familias», señalan. El Justicia destaca la indefensión de la personas ante este tipo de agresiones: «Muchos de los bares nocturnos funciona sin licencia y los expedientes abiertos por los vecinos se pueden pasar un año en el Ayuntamiento; sin embargo, nunca dejan de funcionar. Algunos establecimientos se pasan así 4 años, y más». Sin embargo, el Justicia señala que cuando al bar le interesa «la Administración resuelve de inmediato; una licencia de reapertura puede estar en 3 días». En caso de sentencia judicial, el Tribunal Supremo siempre apoya el derecho al descanso, «pero son muy pocos los ciudadanos que pueden esperar años y que se pueden gastar ese dinero, se trata de una total indefensión», dice.

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