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Mieres, 23/4/2001

Mieres vive su noche más violenta al arrasar la villa dos mil jóvenes por el cierre de bares

BATALLA CAMPAL EN LA ZONA DE LA «MOVIDA»

Mieres del Camino, David MONTAÑÉS
Reyertas, policías agredidos, portales destrozados, farolas y papeleras arrancadas de cuajo, cabinas de teléfonos desmanteladas, ventanas rotas a botellazos... Mieres vivió una de sus noches más violentas. Centenares de jóvenes tomaron literalmente las calles de la villa durante la madrugada de ayer por el conflicto de la hostelería. El enconado enfrentamiento que desde hace meses mantienen los responsables municipales y los hosteleros de la «movida» reventó por su vértice más débil en una cadena de protestas y actos vandálicos sin precedentes.

Los locales de la zona de copas de Mieres, en vísperas de paro del sector convocado para hoy, lunes, asumieron este fin de semana por primera vez el cumplimiento de la normativa municipal que rige el horario de cierre nocturno. A las tres y media de la madrugada del domingo los establecimientos cerraron sus puertas. A partir de ese momento, unas dos mil personas se empezaron a concentrar en la calle La Vega, gran eje comercial de la villa. Durante aproximadamente dos horas el casco urbano se convirtió en un improvisado campo de batalla. El nerviosismo y la tensión fueron en aumento. La pequeña dotación de Policía Nacional que se encontraba de servicio –más tarde sería necesaria la presencia de más unidades antidisturbios– se vio impotente ante una multitud que arrasaba todo lo que se encontraba en su camino. Desde las ventanas, algunos vecinos respondieron con el lanzamiento de huevos y lejía. Aproximadamente a las 5.30 de la madrugada la pesadilla concluyó. El balance: un policía herido de consideración, un joven detenido, importantes daños materiales y un conflicto que estalla en las puertas del Ayuntamiento.

La jornada dominical fue larga. Por la mañana, el alcalde de Mieres, Misael Fernández Porrón, se reunió con varios miembros de su equipo de gobierno. A la misma hora, los vecinos de la calle Covadonga hacían lo propio. Por la tarde fueron los hosteleros quienes analizaron los hechos. En la calle, los vecinos montaban corros en los que se repasaba con indignación lo ocurrido la noche anterior. «Jamás había visto una cosa semejante. Llegaba gente y más gente. Había más personas que en San Xuan. Fue una vergüenza», señaló Manolita Arranz junto a su portal, totalmente destrozado.

Fernández Porrón llamó ayer «a la calma y a la sensatez». El regidor, visiblemente molesto, anunció la convocatoria urgente de la Junta Local de Seguridad para dar respuesta a los graves acontecimientos. Según parece, existen informes policiales que señalan a algunos propietarios de establecimientos como instigadores de los disturbios. Las acusaciones son graves. Los vecinos sostienen que durante los destrozos se distribuyeron bebidas alcohólicas en plena calle. «Nos preocupan enormemente las connotaciones que se deriven tanto de los informes policiales como de las versiones de los vecinos respecto a los incidentes provocados por grupos que aparentemente no actuaron desde la espontaneidad», puntualizó el regidor.

Las consecuencias de los hechos acaecidos son difíciles de predecir. Los hosteleros se desligan de lo ocurrido. Responsabilizan a la Policía y a los propios vecinos. «Nos limitamos a cumplir la normativa de cierre. Lo que después sucedió en la calle no es responsabilidad nuestra. La salida de los establecimientos fue tranquila», explicaron. Mieres amaneció ayer consternada por los desproporcionados incidentes vividos durante la madrugada. La asociación de vecinos de la calle Covadonga, estandarte del movimiento ciudadano contra la «movida», catalogó los hechos como «muy graves». Los calificaron de «premeditados». A su juicio, «los hosteleros han acabado de hundirse promoviendo un altercado injustificable».

Siete portales fueron destrozados durante la multitudinaria reyerta. Los pisos bajos también sufrieron los efectos de la dura batalla callejera. El lanzamiento de botellas y botes de humo alcanzó las viviendas y generó la alarma en numerosas familias. La insuficiente presencia policial desató el nerviosismo. «La intervención de los antidisturbios fue tardía», apuntó Manuel Prado, presidente de la asociación Covadonga. Los hosteleros también comparten este criterio. Además, los industriales consideran que algunos agentes no contribuyeron a templar los ánimos. «Los métodos empleados no fueron los correctos», matizó la directiva del colectivo Villa de Mieres.

Según ha podido conocer este diario, la Policía Nacional, ante el cariz que tomaron los acontecimientos y la tardanza en llegar más unidades, solicitó refuerzo a la Guardia Civil. La Policía Local no hizo acto de presencia. Los hosteleros negaron haber sido los instigadores del incidente. «Todo lo contrario. En la medida en que nos fue posible intentamos disolver a la gente», señaló Juan Permuy, portavoz del colectivo y ex concejal del PP. Desde su punto de vista, el comportamiento de algunos vecinos contribuyó a caldear los ánimos. Desde algunas viviendas se arrojaron huevos. Los hosteleros anunciaron que el próximo sábado no respetarán los horarios de cierre.

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