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Sevilla, 22/4/2001
La botellona en el Parlamento
Por Benito Fernández
«Los moros donde deben estar es en su país», ¿recuerdan la desafortunada frase que ha sentado historia en el Parlamento andaluz? Bueno, pues seguimos con lo mismo, la sociedad andaluza por un lado y la Cámara de representantes del pueblo por otro. Es lo que decía la semana pasada en este mismo recuadro. Existe una «Andalucía real» que va por un lado y otra «Andalucía virtual» que es la que nos ofrecen los políticos y los medios de comunicación.El ejemplo más flagrante nos lo ha proporcionado el Parlamento esta semana con lo de la Ley de Drogas. Todos los grupos políticos -incluído algún consejero aficionado al mollate- han aprobado por unanimidad las modificaciones pertinentes, a saber, relativas a un posible nuevo impuesto para las bebidas alcohólicas superiores a veinte grados, la prohibición del telebotellón nocturno, y el control de la venta de alcohol en los establecimientos de carretera.Pués qué bien. Todo un ejemplo de doble moral la de nuestros parlamentarios que, en cada descanso del Pleno, acuden al bar a darse un «lingotazo». No me extrañaría nada que el ya famoso «micrófono indiscreto» de TVE grabara un día de estos una conversación en la Cámara de este jaez:
—«Oye, Pepe, menudo coñazo de Pleno. En cuanto acabe la votación de la Ley de Drogas nos vamos al bar y nos tomamos una cervecita o un chupito de güisqui para despejarnos».
Que conste que no estoy en contra del consumo del alcohol. No entro a valorar si es bueno o malo, solo constato el hecho de que la sociedad española y andaluza tiene asumido el rol de la copita y que no se entenderían muchas de nuestras fiestas sin el rito del alcohol. Por eso me parece bastante hipócrita que nuestros políticos legislen a espaldas de la sociedad que les ha nombrado. Gravar el cubata, prohibir el «telebotellón» de los chavales los fines de semana o impedir que en las gasolineras y en los mesones de carretera no sirvan alcohol es una utopía por mucho que se empeñen Chaves y Pérez Saldaña. Con lo del alcohol está pasando algo similar que con el antitabaquismo. Imponer -con perdón- «por huevos» la ley seca me parece a mí que no es la solución. Entre otras cosas porque la gran mayoría de los parlamentarios andaluces que votaron a favor de estas medidas. llegan después a sus casas y se ponen tibios delante de sus hijos o no se recatan de tomar el güisqui, el cubata o el licor de guindas tras el consabido y habitual almuerzo de trabajo.
Creo yo que para erradicar conductas poco edificantes como el consumo abusivo de alcohol entre los jóvenes, lo ideal es la educación. Utilizar la ley seca, el ordeno y mando, sólo sirve para que los jóvenes se rebelen contra estas medidas y algunos listillos hagan el agosto. Por más que se empeñen nuestros políticos, el «botellón» va a seguir siendo una realidad los fines de semana en todas las ciudades andaluzas. O si no, al tiempo.
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