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Barcelona, 12/4/2000

Una ley de contaminación acústica limitará los ruidos

La Generalitat elaborará un catastro sonoro de cada municipio, al que deberán adaptarse las actividades

MERCE CONESA Barcelona

La Conselleria de Medi Ambient ha ultimado una propuesta de ley sobre protección acústica que llegará al Parlament después de Semana Santa. La norma, que delimita los niveles acústicos máximos, quiere ser un marco legislativo global para toda Catalunya que proteja a los ciudadanos contra el ruido que resulte molesto o incómodo. Su novedad estriba en que enfoca el problema desde una perspectiva global, ya que establece tanto medidas orientadas a la prevención como a la corrección de la contaminación acústica existente. Se fija un periodo de implantación de entre 5 y 10 años.

No fue casualidad que el conseller de Medi Ambient, Felip Puig, presentase ayer la nueva norma. Hoy se celebra el Día Mundial contra la Contaminación Acústica que, no en vano, es una de las primeras quejas de los ciudadanos de grandes urbes, como Barcelona. La normativa elaborada por la Generalitat ha tomado como modelo la legislación suiza, que, en palabras de Puig, "es de las más avanzadas a nivel europeo en la materia".

Ruido ambiental

El gran avance del proyecto de la Generalitat es la medición del ruido no tanto en la fuente de emisión --que también tiene sus límites--, sino sobre todo en el lugar donde se percibe. Es lo que el texto define como "inmisiones". La normativa fija los valores de inmisión y obliga a calificar el territorio desde la perspectiva del nivel sonoro.

Esta clasificación se hará a través de un catastro sonoro que se realizará, o se está realizando ya, en todos los municipios catalanes. El catastro determinará con exactitud los niveles de contaminación existentes y dividirá el municipio en tres tipos de zonas, A (zona residencial), B (peatonal o comercial de baja intensidad) y C (polígonos industriales o zonas de alta circulación de vehículos).

La normativa establece que cualquier actividad, infraestructura o construcción nueva tendrá que respetar los valores límite de la contaminación acústica marcados para la zona, mientras que las instalaciones ya existentes deberán implantar planes de saneamiento acústico en aquellos casos que superen los límites establecidos. El coste de estos planes deberá ser asumido por los propietarios del terreno en cuestión. La propuesta de ley no fija ninguna partida económica para ayudar a los ayuntamientos a aplicar la normativa.

Vivaldi genera los mismos decibelios que un motor

El sonido no está tanto en el número de decibelios que se generan como en la percepción de un receptor respecto a una fuente emisora. Así, es fácil que una pieza de Vivaldi en el Palau de la Música de Barcelona alcance en algún momento del concierto los 80 decibelios. Esa es una percepción agradable. Los mismos decibelios generaría una moto que pasase junto a un peatón, pero éste ya no tendría tan grata sensación. De este ejemplo se deriva que no siempre las cotas numéricas preservan un marco gratificante. La nueva ley fija unos límites ambientales máximos que, como mínimo, no dañen la salud de las personas. Algunos ayuntamientos, como el de Barcelona, ya tienen ordenanzas que fijan estos mismos límites.

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