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Vigo, 4/4/2000
SANTIAGO
Los bancos de la Alameda quedan 'tocados' tras el último 'botellón'
Carlos Nieves achaca el problema a la falta de civismo juvenil
La nueva costumbre de parte de la juventud compostelana por llevarse las botellas hasta la Alameda -y así sortear los precios de los pubs- se está empezando a notar en el mobiliario de este histórico parque santiagués, que tras el fin de semana 'amaneció' cubierto de desperdicios y con algunos bancos 'tocados' por los desperfectos.Según el responsable municipal de Seguridad Ciudadana, el concejal Carlos Nieves, "el problema no está tanto en la vigilancia, que se ha establecido en estas zonas en coordinación con otros cuerpos de seguridad, sino en la educación de los chavales, que no pueden tratar los espacios públicos de esta forma'', afirmaba ayer a este diario. Al mismo tiempo, Nieves rechazaba la posibilidad de aumentar la dotación policial en la Alameda, "ya que sería un absurdo, porque si se echa de allí a la gente, lógicamente acabarían ocupando otros lugares''.
El parque de la Alameda ha sido elegido por la juventud para divertirse en las noches de los viernes y sábados, por lo que su público mayoritario estaría compuesto por estudiantes. Entre otras ventajas, este parque cuenta con la intimidad que resulta de la falta de inmuebles próximos, redundando igualmente en la tranquilidad de los vecinos, que tienen relativamente alejado el griterío.
Carlos Nieves, retomando la cuestión de la urbanidad juvenil, se ha echo eco de las múltiples denuncias que cada fin de semana se realizan por fiestas en los pisos. Esta costumbre, muy arraigada en Compostela también por parte de los estudiantes, "está provocando que la Policía Municipal reciba alrededor de 15 llamadas en las noches de salida''.
A pesar de que algunas fuentes apuntaban la posibilidad de que la organización de botellones por parte de los jóvenes se debiera al uso de garrafón en la hostelería, la industria de las bebidas con alcohol ha querido desmentir la presencia de estos productos en la capital de Galicia, afirmando que el precio de sus productos no compensa el echar mano de brebajes de baja calidad, "simplemente porque eso se estilaba en otros tiempos, cuando el margen de beneficio que les quedaba a los bares era muy pequeño, y compraban sucedáneos para ganar más'', según uno de estos responsables.
Por su parte, Juan Carlos Ulla, presidente de la Unión de Consumidores Gallegos, también opina que "la industria del garrafón no existe ya; eran cosas de otros tiempos''.
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