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Madrid, 3/4/2000

Más policía que ruido en la noche más larga

Los agentes levantaron acta del incumplimiento horario de los locales de Huertas, más tranquilos que de costumbre
La «rebelión» de los bares de Huertas transcurrió sin incidentes. La madrugada fue muy tranquila, aunque la Policía levantó numerosas actas contra los locales.
Enrique Fuentes - Madrid .-
L a «guerra» contra el ruido en la calles de Madrid vivió en la madrugada de ayer uno de los episodios que más expectación han despertado en los últimos meses. Los propietarios de 40 bares de copas de la zona de Huertas, en pleno corazón de la capital, cumplieron su anunciado desafío y mantuvieron sus locales abiertos hasta las seis de la mañana. El «órdago» de los hosteleros se saldó con una jornada muy tranquila y sin incidentes de importancia. Los policías municipales que controlan el cierre de los establecimientos tuvieron trabajo extra y se llevaron en sus carpetas numerosas actas por incumplimiento de la Ley de Horarios. Los jóvenes que habitualmente llenan la zona se mostraron encantados con la posibilidad de alargar la noche del sábado dos horas y media más. Y entre los vecinos, división de opiniones: algunos consideraban que abrir hasta las seis era «un abuso», mientras otros se solidarizaban con la actitud de sus «molestos» vecinos.

«Los bares llevan aquí mucho tiempo y no estaría bien que limitaran el horario». El sábado por la tarde, Carmen paseaba a su perro por la calle de Huertas, una de las que concentra más bares de Madrid. A estas horas la zona vive la calma que precede a la «tormenta» nocturna, cuando miles de jóvenes inundan las calles buscando diversión. Carmen había leido los carteles en las puertas de los bares, que anunciaban la intención de «saltarse» la ley y abrir dos horas y media más de lo normal. Ella piensa que «cada uno debe ir a su aire, aunque sin pasarse», aunque reconoce que su vivienda, situada en la misma calle, «da a la parte de atrás, por lo que no se oye mucho ruido». Ainhoa, otra vecina de la zona, no lo tiene tan claro. «Los bares en sí no molestan -asegura-. Lo que pasa es que hay muchos y se monta jaleo en la calle cuando la gente sale y va de uno a otro». Cree que abrir hasta las seis «es una provocación. Si no se puede reducir el horario que lo dejen como está, pero que controlen más a la gente».

A las nueve la mayoría de los bares ya están abiertos, aunque la afluencia de público es todavía escasa. Mientras sirve las primeras cervezas, Ismael, camarero de «The Variety Tabern», asegura que «con las ordenanzas municipales nos tienen fritos. No me parece justo que vayan contra todos los locales y no sólo contra los que molestan. Además, ¿por qué alguien no se puede tomar una copa tranquilamente a las cinco de la mañana?». Para él, la solución es que la policía «controle a la gente, no a los bares».

Zona poco conflictiva
Jose, el dueño de «El Naufragio», coincide con Ismael. «Esta no es una zona con gente problemática, pero siempre hay patosos que gritan y montan escándalo, y eso nos lo están haciendo pagar a nosotros». Huertas recoge una clientela de mayor edad que el resto de las zonas de copas, y eso se nota a la hora de hacer negocio. «Nosotros abrimos a las ocho, pero hasta las doce o la una no hay ambiente. Si nos obligan a cerrar antes nos vamos a la ruina», señala. Respecto al desafío de esta noche, José reconoce que «es un poco arriesgado, por que las multas son muy fuertes. Veremos lo que pasa, aunque espero que no nos obliguen a cerrar por la fuerza». La hora clave de esta noche es las tres y media. Teóricamente, para entonces todos los bares tienen que estar cerrados para evitar una sanción por incumplimiento de horario. Hoy, si cabe, hay más gente de lo normal en las calles. La posibilidad de alargar un poco más la noche y la coincidencia de los primeros días del mes ha provoca que los dueños de los locales se aposten en las puertas para controlar el acceso y evitar que se supere el aforo permitido, lo que provocaría una multa de entre 250.000 y 500.000 pesetas.
Despliegue «normal»
Los encargados están expectantes ante la posibilidad de que su desafío provoque un despliegue inusual de la Policía Municipal, encargada de levantar las actas de sanción. A las cuatro menos veinte aparecen los primeros agentes. Como de costumbre, empiezan su ronda en la calle Huertas por los locales más próximos al Paseo del Prado. El primer bar que visitan se llama, curiosamente, «El Último de la Calle». Los policías actúan por parejas. Al comprobar que está abierto fuera del horario permitido, uno de los agentes solicita los papeles y licencias, mientras el otro entra en el recinto para comprobar que el aforo está dentro de los límites establecidos y la música no supera un determinado nivel de decibelios. Una vez hechas las comprobaciones, los policías rellenan el acta ante la atenta mirada del responsable del local. Las dos parejas que hoy controlan la zona, supervisados por un comisario tienen por delante una noche con más trabajo del habitual. Uno de los agentes confirma que «el dispositivo de esta noche es el normal. Nosotros nos limitamos a levantar el acta, las sanciones vienen después». Como el resto de sus compañeros, reconoce que «hay menos jaleo en la calle que de costumbre». Según Victor López, miembro de la Asociación de Hosteleros del barrio de Huertas, éste es uno de los objetivos que quieren conseguir con esta iniciativa. «Con este horario se produce una salida más escalonada y no se monta tanto jaleo en la calle. El ciudadano debe tener derecho a elegir la hora de irse a casa», asegura. Pérez insiste en que los bares son una parte muy importante del barrio. «Nosotros llevamos veinte años aquí y no queremos que el centro se desaloje».

Los agentes municipales siguen subiendo poco a poco por la calle cumpliendo su cometido con normalidad. A estas horas el alcohol ya empieza a hacer sus efectos y algunos jóvenes recriminan tímidamente su labor. Los propios dueños de los bares se encargan de tranquilizarles; no quieren que su «desacato» se agrave con algún incidente. Todavía no han llegado a «La Fontanería», uno de los locales más emblemáticos de toda la zona. Alfonso, el encargado, espera paciéntemente en la puerta con los papeles del negocio en la mano. «La Fontanería» es el único disco-bar de la zona con una licencia que le permite abrir hasta más tarde que el resto, pero hoy no la va a utilizar para librarse de las sanciones. «Es una cuestión de solidaridad», señala. Alfonso asegura que «la convivencia entre bares y vecinos es estupenda. El 80 por ciento no tiene ninguna queja». Sin embargo, reconoce su parte de culpa en el problema del ruido. «Nosotros somos responsables de que la gente esté por aquí, pero no somos culpables de sus actos. En este conflicto todos tenemos parte de razón». Para él, la solución pasa porque «todas las partes se sienten a hablar. Que cada uno de sus argumentos y que un mediador aceptado por todos proponga las soluciones». Mientras llega ese momento, Alfonso opina que el desafío al horario establecido «puede ser un poco atrevido, pero es una buena forma de que la gente se entere del problema».

A las cinco y media los locales siguen llenos. Algunos van a evitar por hoy la sanción, ya que los policías no van a llegar hasta sus puertas antes de las seis, hora prevista para el cierre. Un grupo de chicas apura sus copas en «Claxon», donde se repite la liturgia del levantamiento de actas. « Nos parece bien que abran hasta estas horas, aunque los vecinos...», comentan entre risas.

«Éxito» de la protesta
A las seis de la mañana se acaba la «noche más larga» de Huertas. Aunque todavía no se han hecho públicos los datos oficiales, la mayoría de los 40 «rebeldes» recibirá una sanción por incumplir el horario de cierre. Sin embargo, el presidente de la Asociación de Hosteleros de Huertas, Manuel Blázquez, considera que la protesta (programada también para todos los primeros sábados del mes) «ha sido un éxito rotundo». Según Blázquez, «la jornada fue una de las más tranquilas que se recuerdan en el barrio. No hemos recibido ni una sola queja de nuestros vecinos más cercanos, y esto nos anima a seguir luchando para que se anule la Ley de Horarios».

Pese a todo, las opiniones de vecinos y dueños de bares siguen enfrentadas y el problema del ruido en Huertas está aún muy lejos de una solución definitiva.

Los vecinos amenazan con denuncias por desacato
Los vecinos están dispuestos a llegar a los tribunales, una vez más, para ganar la batalla por la tranquilidad. La Asociación de Vecinos del Barrio de Las Letras sopesa denunciar ante la Fiscalía a los propietarios de los bares de copas de la calle Huertas por desacato. Es su manera de protestar por el incumplimiento del horario de los locales en la jornada reivindicativa del pasado sábado noche.

Juan Carlos Mora, presidente de la asociación, declaró a Efe que la actitud de los propietarios de los bares «es bastante peligrosa porque la gente no puede tomarse la justicia por su mano e insultar a la Comunidad y al Ayuntamiento desobedeciendo sus normas». Mora lamentó que los bares «torturen a los vecinos y luego presuman de lo bien que lo hicieron la noche del sábado». En su opinión, la noche discurrió tranquila debido a que «mientras 40 bares abrieron hasta las seis, el resto cumplió el horario por las inspecciones policiales».

La patronal quiere enterrar el hacha de guerra y negociar
Tras la jornada nocturna de desobediencia civil, el presidente de la Asociación de Bares y Pubs de Madrid, José Luis Salazar, apostó ayer por enterrar el hacha de guerra y superar «la estrategia del enfrentamiento y volver a la negociación» con el Ayuntamiento. El objetivo: llegar a un acuerdo sobre el horario de cierre de los locales.

Salazar afirmó que con la protesta que llevaron a cabo en la noche del sábado los empresarios de la zona de bares de Huertas sólo consiguieron que laPolicía multase a los locales que permanecieron abiertos después de las tres y media de la madrugada, la hora fijada por el Ayuntamiento.

Salazar pidió a los representantes del Gobierno regional que aprueben un nuevo horario de cierre para los bares especiales «consensuado con todas las partes implicadas». Además, hizo hincapié en las «pérdidas económicas increíbles» que está provocando el actual horario de cierre a los bares de copas.

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