Alicante, 01/09/08 Vecinos del Barrio denuncian que el dueño de un pub les acosa con ruidosAseguran que no pueden dormir porque oyen subir y bajar la persiana del local de madrugada cuando debería estar cerrado. Los residentes piden a Inusa que ponga máquinas más silenciosasVICTORIA MORA
 
 Los residentes conviven con la música demasiado elevada, el jolgorio de personas en la calle aprovechando el buen tiempo, los habituales botellones y, con frecuencia, peleas. El calor altera los comportamiento de los ciudadanos, que elevan sus gritos, «y la relajación de las inspecciones que hace el Ayuntamiento», denuncian fuentes de la asociación de vecinos Casco Antiguo-La Cruz. Y de esto se aprovechan algunos desaprensivos. Varias comunidades de vecinos aseguran que el dueño de uno de los bares de copas de la calle Santos Médicos «se pasa desde las tres hasta las cinco de la madrugada subiendo y bajando la persiana del local». Los vecinos están convencidos de que es «una especie de venganza» contra ellos, señala Eugenia Lloret, una de las afectadas, que lo vincula a las denuncias presentadas por los excesos que se comenten en el establecimiento y junto a él. Fina, otra de las ancianas residentes , reconoce que «sólo duermo el lunes por la noche porque no abren». En el Ayuntamiento hay cinco denuncias contra el establecimiento en cuestión, pero sigue con su actividad y su presunto acoso contra la comunidad de vecinos. Uno de los vecinos reconoce que lleva «muchos días sin dormir» por los «excesos» que se producen en los alrededores de la calle Santos Médicos, y en el interior del local: «Mi cama vibra por la potencia de la música», espeta este vecino. La propia asociación de vecinos denunció al propietario del bar también por su «exceso de decibelios, incumplimiento del horario de apertura y de cierre, y que mantenga las puertas abiertas y deje que se consuman copas en la calle». FrustraciónEugenia debería vivir con tranquilidad tras superar una enfermedad, pero, lejos de ello, se enfrenta al pub y, encima, a los ruidos propios de la maquinaria de la limpieza urbana. Entre las cinco y las siete de la mañana, las máquinas de Inusa le impiden cualquier normalidad en el descanso. Y ya está más que de los nervios. Eugenia es informática y se ha buscado sus mañas para desahogarse sin hacer daño a nadie: «Tengo un ordenador sólo para pegar tiros. De las once de la noche a las siete de la mañana el ruido es continuo. Soy muy pacífica, pero llega un momento en el que tengo ideas retorcidas», confiesa con cara de cansancio y hastío. La mujer se reconoce afectada anímica y físicamente por la situación, que no le ayuda nada a encontrar el sosiego que requiere la superación de su enfermedad. «El bar que nos acosa tiene las puertas abiertas y la música a tope y, cuando cierra durante una hora, el dueño se dedica a subir y bajar las persianas. Encima, tiene una moto de escape libre, por lo que imagina cuando la pone en marcha para irse», comenta. La mujer añade que está «frustrada porque hemos hecho denuncias a nivel particular y la asociación y no pasa nada». Esta residente en el Casco Antiguo reconoce que muchos de sus vecinos duermen con tapones para mitigar los ruidos. Otro de los residentes se ha dirigido al Ayuntamiento para denunciar que en su dormitorio del número 6 de la calle Argensola «se alcanzan los 80 decibelios por los excesos musicales» otro pub. Eugenia vive en el Casco Antiguo desde hace 13 años. Confiesa que los excesos musicales siempre han estado presentes, aunque algunos momentos son peores que otros, y actualmente es uno de los malos. Reconoce que los residentes también están crispados por el ruido que hacen las máquinas de la limpieza que llegan «cuando empieza a reinar el silencio después de la marcha». Hace tres años la asociación recogió firmas para pedir a la empresa concesionaria del servicio de limpieza, Inusa, que las máquinas acudieran a otras horas y que fueras menos ruidosas. Ahora vuelven a quejarse del exceso de ruido de las máquinas. De hecho, uno de los vecinos de la calle Argensola le arrojó una maceta a una máquina barredora que hace dos fines de semana no arrancaba. La conductora trataba de ponerla en marcha y el sonido que hacía «despertó a todos los vecinos, no sé quién fue pero sí sé que le tiraron una maceta a la máquina, la chica que conducía se puso aún más nerviosa», explica esta vecina, que vive en Argensola. Menos ruidosasMientras, la vocal de la asociación de vecinos, María Dolores Peretó, reclama un cambio de maquinaria: «Que compren mejores máquinas y que el concejal de Servicios y Mantenimiento, Andrés Llorens, controle las contratas porque no puede ser que después de una noche de marcha vengan a continuación las barredoras. Así no se puede descansar». Eugenia Lloret es de la misma opinión y reconoce tener clavados en la cabeza los pitidos cuando las barrederas dan marcha atrás. Añade que, además, «la única toma de agua está en la plaza de San Cristóbal y cuando se vacía la cuba vuelven a llenarla y el compresor hace un ruido horrible». «Con 22 años, si no podía con el ruido, me unía a él; pero tengo 39 años y dos hijos». Añade que en una de las temporadas de mayor ruido «me han llamado del instituto diciendo que mi hijo mayor se ha dormido en clase». Eugenia Lloret concluye lamentando «la indiferencia que sentimos los vecinos por parte de las autoridades». 
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