La Expo y el ruido

JOSE ANTONIO FERRERO MOYA

Llevamos meses soportando las incomodidades de la Expo, construcciones nocturnas que nos dificultan la conciliación del sueño, obras, calles cortadas, entendiendo que todo esto era con un buen fin.

Lo que está sucediendo ahora mismo es insoportable: música a un volumen brutal entre la una y las dos de la madrugada, las paredes de la casa vibran, el encargado de la centralita de la Policía Municipal de Zaragoza se asombra al oír el ruido por teléfono, imposible dormir.

Esto es lo que nos espera de una Expo que quiere abanderar la ecología, cuyas obras quieren aparecer como un modelo de ecología y seguridad, pero que atenta contra la salud y la seguridad de sus vecinos.

El medio ambiente no es sólo plantar arboles y ahorrar agua. También es cuidar la salud de las personas y no sacrificarlo todo por el ocio y unos dudosos ingresos.

Qué podemos esperar de un país que durante tres meses celebra conciertos a altas horas de la noche sin importarle el trabajo de sus habitantes y su salud.

Tal vez todos los habitantes de Actur podamos cogernos tres meses de vacaciones y adaptarnos a ese horario. Si no podemos, por algo tan sencillo como que nuestro jefe no esté de acuerdo, tal vez un día nos matemos en alguna carretera por habernos quedado dormidos conduciendo.

No importa, todo sea por la Expo del señor Belloch y por la juerga.

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