Zaragoza, 28/09/03 Cerrado por un futbolínEl Ayuntamiento de Zaragoza ha decretado la clausura de un bar de Torrero durante un mes porque el ruido del juego molestaba a una vecina del inmuebleJOANA PERNAUT
Carmen Rodríguez, de 44 años, y madre de una hija de 12, lleva desde los 17 años en la hostelería y jamás ha vivido una experiencia tan surrealista. Todo empezó hace ocho años, cuando cogió las riendas de este bar, en el número 28 de la calle Venecia. Entonces, conoció a la vecina del 1º-A, su pesadilla. "Había días que bajaba histérica y que se quejaba de cualquier cosa. Era imposible dialogar con ella". Y Carmen comenzó a sentirse "acosada". Hasta que ese acoso dejó de ser un mero sentimiento el pasado mes de febrero. "Un día, a las 17.50 horas, llegó la policía con una denuncia y me dijo que por el futbolín en el local nos pasábamos tres decibelios, 44,1, pese a que mi certificado de insonorización está acorde con la ley", asegura Carmen. Hasta entonces, nunca había recibido ningún aviso. El futbolín apenas llevaba cinco días en el bar, pero la hostelera lo retiró al día siguiente. "Hace unos años tuve uno más de doce meses y ni ella se quejó". El bar permanece abierto entre las ocho de la mañana y las diez de la noche, pero durante las 120 horas que permaneció el futbolín en su interior fue casi decorativo. "Se usaba como mucho una hora al día y a partir de las 21 horas, nunca", sentencia. La sanción, calificada de grave, supone el cierre durante un mes, algo que "tiene que estar al caer" pese a que ella va a seguir luchando. "Me duele que no se pueda dialogar. Yo estoy dentro de la ley, pero el ayuntamiento me ha cerrado las puertas. Si me dijeran que se quejan varios vecinos... ¿Quién me defiende a mí de personas como esta señora?". Carmen siente que el consistorio le da la espalda, mientras sus clientes y algunos vecinos le han dado muestras de apoyo e incluso le han ofrecido recoger firmas. El pasado viernes, hacia las 13.30 horas, apoyados en la barra de este local de 55 metros cuadrados, cinco personas inauguraban el fin de semana con una caña. "Cuando era pequeño todos los bares tenían futbolín", dice uno. "Antes, en este bar, Casa Juan, se reunían sindicalistas y se montaba mucho más barullo", añade otro asiduo, Clemente Serrano, soldador de 44 años. Lugar de reunión para el aperitivo, el café de la sobremesa o para ver el fútbol. Carmen hasta tiene preparadas una mesa y unas sillas pequeñas para los niños, a los que encandila con una caja de juguetes. "El bar es un lugar de acercamiento y quiero que así siga siendo. Si nos empieza a molestar el ruido de una mosca, dejamos de ser bar para convertirnos en una iglesia. Yo quiero que sigamos siendo naturales", explica Carmen. Esta hostelera teme el futuro ante este tipo de medidas. "Sé de un bar que lo quieren cerrar por la cisterna del baño". Los vecinos del portal 28 tienen actitudes diversas. Los del 4º y el 3º aseguran que no oyen nada. La del 2ºA se muestra algo más molesta: "Es horrible la puerta volandera que tienen en el baño y cuando bajan la persiana, pero quien más molesta está es la vecina del primero...".
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