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Granada, 10/5/3

Si yo fuera alcalde...

La limpieza, los ruidos y el tráfico, principales problemas que solucionarían los granadinos

Los jóvenes quieren más zonas dedicadas a ellos

José Carlos Remacho / ANDRÉS CÁRDENAS

Limpia y segura

Como han podido comprobar, la imaginada terapia de grupo no ha revelado unos datos demasiado sorprendentes. Son datos muy conocidos. A los ciudadanos granadinos, al igual que a los de Albacete, Madrid o Pedregal de la Sierra, les interesa que la ciudad en la que viven esté limpia, sea segura y sea menos ruidosa, sobre todo. Cualquier buen ciudadano que se precie de serlo quiere una ciudad habitable en la que pueda pasear tranquilamente por la calle y en la que haya unos servicios acorde con los impuestos que paga. El tráfico, ese gran problema, sigue siendo la asignatura pendiente para esta ciudad en la que coger el coche supone todo un fastidio para el automovilista. Los aparcamientos son caros e incómodos, pero es algo que los que acceden al centro no tienen más remedio que utilizar.

El carril bici, tan deseado en otras ciudades, en Granada no llega a cuajar. Algunos participantes en la terapia dicen que es inútil y que sería mejor aprovechar ese espacio para aparcamientos.

La limpieza quizás sea uno de los temas que más preocupa. Los ciudadanos creen que se limpia poco y mal. Y sobre todo por los barrios, donde cualquier rincón puede parecer una especie de estercolero urbano.

En cuanto a los jóvenes, sus peticiones son las normales de su edad: que haya más espectáculos para ellos y unas zonas de esparcimientos en las que puedan hacer sus reuniones. «Mientras que en los pubs y bares nos pidan 5 euros por copa, los jóvenes siempre buscaremos el remedio de lo más barato. Es lógico. Siempre ha sido así. ¿O no?» Eso dice Santiago López, estudiante de Filología Inglesa, que recientemente ha estado con una beca Erasmus en Roma y ha comprobado que allí lo tienen resuelto acondicionando zonas específicamente para la movida juvenil y con policías para que no haya desmadre.

«Además del tráfico, es importante que se solucione lo del botellón, por la suciedad y el ruido que produce. Es deprimente comprobar los sucias que quedan algunas partes de la ciudad después de celebrarse una de esas reuniones de jóvenes. A ellos se les podría asignar espacios para que no molesten a nadie. Y así todos contentos». VAMOS a imaginarlo. Intentaremos hacer una sesión de terapia de grupo parecida a la que hacen los ex alcohólicos o aquellos que intentan superar la dependencia a una droga. Esta terapia de grupo será electoral.

Creemos que los futuros votantes, ciudadanos ordinarios, hasta el día 25 de este mes, van a sufrir un empacho de promesas y mensajes. También serán convertidos en sujetos de encuesta y los sociólogos y los profesionales que viven de eso estudiarán sus tendencias con meticulosidad de entomólogo ante un insecto de rara procedencia. En suma, el futuro votante estará expuesto, sin quererlo, a la maquinaria electoral, a una intoxicación verbal por parte de los políticos que le dirán por activa y por pasiva que ellos, los candidatos, serán los mejores alcaldes y alcaldesas y los mejores concejales y concejalas.

Precisamente para superar esa intoxicación hemos intentado convertir a Granada en una amplio salón en el que se ha llevado a cabo una terapia de grupo. La idea consiste en que los habitantes afectados por esta sobredosis de ofrecimientos y palabrería, se levanten de su imaginario asiento y exclamen: «Me llamo Fulano de Tal y soy ciudadano ordinario. Y si yo fuera alcalde...». Luego dirá una serie de cosas que a él le gustaría cambiar en esta Granada que vive y padece.

El experimento se ha realizado en la zona centro de la capital, en un día ordinario en el que el sol ha vuelto a lucir sobre las marquesinas de los autobuses y en el que el ambiente se ha llenado de eso vulanicos que tanto odian los alérgicos. Hora: de 10 a 12 de la mañana. El panel informativo de Puerta Real indica que estamos a 23 grados, que las partículas del carbono han subido y que la malafollá ha bajado unas dos décimas de punto, seguramente por el sol, que derrite las inercias.

Limpieza y seguridad

El primero en hablar es un hombre instalado, con mucha dignidad, en la tercera edad: «Me llamo José Silles Garrido, soy administrativo jubilado y si yo fuera alcalde lo primero que haría sería intentar que Granada fuera la ciudad más limpia y más segura de España. Más basureros en las calles y más policías en los barrios. Lo demás son cosas superfluas, cabinas de cochero».

José Silles vive enla calle Sos del Rey Católico y en su original tarjeta de visita, dice que es un trovador feo, católico y semental . Con esa presentación no hay duda de que se trata de un hombre con sentido del humor, ese sentido que cada vez es más difícil encontrar. Para demostrarlo nos recita una quintilla que ha enviado al concurso del Ayuntamiento:
El carácter granadino
es poco temperamental
permitió el muy ladino
que su Casa Consistorial
la presidiera un pollino.

Y luego otra sobre uno de los candidatos que se presenta a estas elecciones.

Es quizás Valenzuela
el edil más popular
al hacer mítines cocinaos ,
y es que Jesús sabe más
que los ratones coloraos .

La siguiente participante en la terapia en levantarse es una mujer. «Me llamo Carmen Núñez y soy ama de casa. Si yo fuera alcaldesa cuidaría más de las plazas. Una que hay cerca de mi casa, la de la Concordia, está hecha un asco. Ponen las cosas y a los dos o tres meses están destruídas». Carmen también está a favor de que haya más seguridad en las calles «porque hay muchos policías y muchos guardias, pero apenas se ven por las calles».

El siguiente es un joven bien parecido. «Me llamo Israel Buendía, soy estudiante de Filosofía y Letras y si yo fuera alcalde promocionaría más la música y la cultura».

Israel es cartagenero pero lleva dos años viviendo en Granada, concretamente en el barrio del Zaidín. Combina sus estudios con un trabajo como relaciones públicas de una discoteca y está convencido de que se promocionan pocas cosas relacionadas con los jóvenes.

También es muy joven la siguiente participante en nuestro experimento. Se la ve bastante dinámica y dice que no tiene tiempo, aunque dos minutos sí. «Hola. Me llamo Lourdes de la Rosa. Trabajo y estudio y si yo fuera alcalde pondría más zonas para que la juventud se divirtiera sin tener que molestar a nadie. También intentaría arreglar lo del tráfico. Está de pena».

Aparcamientos

El que le sucede en el turno de la palabra es un hombre de mediana edad y encorbatado debido a su trabajo. «Me llamo José Carlos Remacho, o sea, dos veces macho. Trabajo de administrativo en una inmobiliaria y si yo fuera alcalde intentaría solucionar dos cosas: los aparcamientos y la falta de seguridad ciudadana».

José Carlos Remacho López es granadino, del barrio del Realejo. Explica que Granada es una especie de ciudad sin ley a la hora de aparcar un vehículo. «Las aceras están llenas de coches y en algunos barrios como en el mío, es dificilísimo andar por ellas. ¡Ah! y eliminaría el carril bici por inútil», dice.

La siguiente participante es una madre con su hijita que le echa trigo a las palomas en Puerta Real. «Me llamo María Jiménez Ruiz y soy secretaria en paro. Si yo fuera alcaldesa pondría más zonas verdes, más plazas y más lugares para pasear. Yo salgo mucho con mi hija.Vivo en La Chana y tengo que venirme al centro para estar tranquila».

Con frecuencia, la esencia de la vida real se encuentra en sus márgenes y para María Jiménez puede encontrarse en ese pequeño espacio en el que poder simplemente pasear llevando a su hijita de dos años en el cochecito.

Terminamos el experimento con un ciudadano que tiene muy claro lo que debería hacerse. «Me llamo Francisco Olmo, soy fotógrafo y si yo fuera alcalde lo primero que haría sería facilitar aparcamientos gratuitos en zonas cercanas a la ciudad y que luego los automovilistas pudieran acceder al centro en autobuses urbanos. Claro que para eso tendría que funcionar unas líneas ágiles y operativas».

Para Francisco Olmo, los aparcamientos que hay en el centro, además de ser muy caros y aprovechados al máximo, están prácticamente saturados a media mañana y para muchas personas es casi imposible aparcar.

A mediodía y con el sol por montera, la ciudad adquiere la personalidad de sus habitantes. Los carteles electorales comparten los espacios publicitarios con los del Gran Circo Mundial que está en Granada en estos días. ¿Tendrá algún significado esa coincidencia?

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