Farsu llega a la tele

JAVIER GARCÍA ESCUDERO

LA Primera de Televisión Española decidió en la noche del viernes hacer un debate en 'Esta es mi historia' sobre si existe o no la posibilidad de hacer compatible el derecho al ocio con el no menos importante derecho al descanso nocturno y qué mejor que los representantes palentinos de la Federación Social para el Respeto Social y Urbano (Farsu) para participar. Así que allí estaban, con Ana García Lozano como hábil conductora del programa, los máximos dirigentes de Farsu: Escolástico Fernández y Jesús María Calvo.

Su lucha contra los bares ruidosos es larga y empieza a dar sus primeros frutos, como prueba la condena del Tribunal Supremo a la discoteca Chapó, y como ese fallo judicial ha tenido trascendencia nacional, quién mejor que los dirigentes de Farsu para explicar desde la talevisión pública cuál ha sido su experiencia, qué les condujo hasta ella y qué opinan de los locales que se saltan las normas y de las instituciones -como el Ayuntamiento- que no consiguen hacerlas respetar.

Vaya por delante que su lucha resulta encomiable, y que hay que comprender lo que ambos han sufrido personalmente para entenderles, y amparar igualmente sus desvelos en pro de cuantos en esta ciudad o en otra no pueden vivir tranquilamente en sus casas porque debajo tienen una discoteca ruidosa o un bar que hace de su capa un sayo y pone la música a tope de decibelios sin encomendarse a nadie y saltándose las normas a la torera. Se entiende, igualmente, porque es cierto, que arremetan contra las instituciones públicas que deben garantizar el cumplimiento de la ley: en esta línea, el alcalde, el socialista Heliodoro Gallego, no salió muy bien parado.

Pero la imagen que ofrecieron de la ciudad de Palencia no fue la mejor posible para una capital que intenta atraer al turismo y que no tiene posibilidad de asomarse todos los días a un programa de audiencia en una televisión pública. No dijeron nada que no sea cierto, pero se echó de menos en algunas de sus apreciaciones determinados matices, algún añadido que hubiera evitado que el espectador que no conozca Palencia pudiera formarse una idea equivocada de lo que aquí puede encontrar, como si esto fuera una especie de ciudad sin ley, en donde residir resulta más que desapacible.

La lucha de Farsu está ahí y nadie va a regateársela, aunque hasta ahora en las urnas no haya conseguido el respaldo necesario. Pero cuando se hacen juicios con tanta trascendencia como los que se vierten en TVE, debe hacerse con el equilibrio necesario para no empañar la imagen de la ciudad.

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