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Palencia, 30/3/2003
VIDA Y OCIO

Conversaciones de elefantes

Los expertos proponen la instalación de una red de micrófonos en la selva para ayudar a la conservación del mamífero
José Carlos Pérez Cobos.

Ling Wang, uno de los elefantes más viejos del mundo

UN conjunto automático de registro de sonidos de muy baja frecuencia podría ayudar de forma muy efectiva a los esfuerzos de conservación de los elefantes porque sería capaz de registrar e identificar sus 'conversaciones'. Saber el número de animales de cada grupo, su edad y su sexo proporciona a los conservacionistas los datos fundamentales sobre la salud de la población de los animales y, en consecuencia, les permite establecer estrategias a su favor. También, como es lógico, el dispositivo les puede indicar la aparición de problemas, como por ejemplo la actuación de cazadores furtivos que matan grandes machos para conseguir sus colmillos. Todo esto es la conclusión fundamental de un estudio publicado el mes pasado en el 'African Journal of Ecology' y tiene una particular relevancia, en concreto, para aumentar el conocimiento acerca del elefante de la selva.

Hace no demasiado tiempo se concluyó que los elefantes africanos pertenecían a dos especies diferentes. El común, cuyas manadas vagan por la sabana y son capaces de comerse en un momento las cosechas de un poblado, corresponde a la especie 'Loxodonta africana'. Pero los investigadores comprobaron que otros elefantes vivían siempre en los bosques en regiones remotas del África occidental, muy lejos de las personas y por tanto difíciles de encontrar, salvo desde el aire con helicópteros o aeroplanos. Se trata del 'Loxodonta cyclotis', animal del que se sabe muy poco. Katy Payne, de la Cornell University en Ithaca, Estados Unidos, y sus colegas han utilizado una nueva técnica para conocer mejor a estos animales: analizar sus conversaciones.

Charlas con significado

Los elefantes son unos charlatanes incorregibles, pero nosotros no oímos más que sus grandes gritos cuando barritan. Pero si quieren comunicarse, emiten con la trompa infrasonidos, ruidos por debajo de los treinta hercios de frecuencia que nuestro oído no puede percibir. Sólo grabándolo con micrófonos especiales y convirtiendo el registro en sonidos audibles para nosotros se pueden analizar los significados de estas llamadas.

La gran ventaja de los infrasonidos es que pueden viajar muy largas distancias sin distorsión. Los infrasonidos emitidos por un elefante pueden registrarse a más de cinco kilómetros del lugar en el que esté. Otro estudio aparecido en la revista 'Animal Behavior' establece que, si bien los elefantes oyen a esa distancia las señales emitidas por sus congéneres, sólo se enteran de lo que quieren decir cuando están a menos de un kilómetro. Con la distancia, se pierden los matices de lo que dice cada animal.

Una red en la selva

Con los infrasonidos emitidos con su trompa, los grandes mamíferos africanos envían mucha información. Para estudiar este aspecto, la doctora Payne y los suyos establecieron una red de micrófonos y de cámaras de vídeo en un claro del bosque de la República Centroafricana al que los elefantes de la selva viajan de tiempo en tiempo a lamer sal para obtener el imprescindible sodio necesario para su metabolismo. Analizando con mucho cuidado lo que los micrófonos habían registrado y comparando los sonidos con las imágenes grabadas consiguieron identificar lo que 'decía' cada animal y porqué.

Así, si el grupo familiar que llegaba a lamer la sal era pequeño, los gigantes del bosque tendían a permanecer en silencio. Resulta evidente que no necesitan llamarse, porque se ven unos a otros. Pero si la tribu elefantina que buscaba la preciada sal era de grandes proporciones se establecían muchas conversaciones: trompeteaban sin cesar para mantenerse en contacto. Además, cada 'canto', explica con claridad el sexo y la edad del emisor. Vamos, el elefante viene a decir «soy fulano y estoy aquí» porque cada individuo tiene una forma particular de cantar.

Los investigadores analizaron lo que cada uno decía. Las hembras 'hablan' mucho más a menudo que los machos, quienes tienden sólo a vocalizar cuando están sexualmente excitados. Los elefantes jóvenes, por su parte, gruñen o gritan para pedir ayuda o comida. Todas estas señales, en su conjunto, sirven para mantener la cohesión del grupo y las interacciones sociales entre ellos. Nadie se separa demasiado de la familia y puede pedir socorro si éste fuera necesario.

Método nada sencillo

El método propuesto por Payne y su equipo para controlar las poblaciones de elefantes de la selva supone una idea sencilla, aunque no tan fácil de llevar a la práctica: instalar en ciertos lugares de la selva micrófonos con la idea de que se puedan registrar estas señales. Los especialistas sabrían así qué individuo concreto está en ese lugar determinado en un momento dado. Pero aparte de esta aplicación práctica, el mecanismo permitiría saber mucho más sobre los elefantes y sus comunicaciones mantenidas con su particular lenguaje de infrasonidos.

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