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Barcelona, 29/3/3

¡¡¡Brooom!!!

La unidad municipal que mide el ruido detecta niveles insoportables en las calles

ÓSCAR MUÑOZ

Menos molestias en las obras de las calles

Las obras en la vía pública son fuente habitual de ruido. Que se reduzca el nivel sonoro provocado por estos trabajos es el objetivo de un acuerdo suscrito ayer por la concejal de Salud Pública, Imma Mayol, y la Cámara de Contratistas de Obras de Catalunya.

Compromisos similares se han firmado con los talleres de motos y repartidores de comida a domicilio. Esta entidad, que representa a 116 firmas, 40 de las cuales trabajan habitualmente con el Ayuntamiento, distribuirá a las empresas asociadas un código de buenas prácticas.

Entre las recomendaciones están usar amortiguadores del ruido, no gritar, vigilar los golpes de la maquinaria, parar los motores de las máquinas cuando no se estén utilizando y cumplir los horarios.

Primeros datos del laboratorio móvil que mide el ruido en Barcelona. La unidad funciona desde principios de febrero. Algunas de las mediciones son inquietantes. El paradigma es la calle Aragó. El límite diurno para esta vía es de 75 decibelios (dBA). El último día que se analizó, un jueves de 11.00 a 11.10 horas –momento de tráfico intenso pero no extremo–, el sonómetro registró una media de 77,6 dBA en el cruce con Balmes. En algunos momentos punta se llegó a alcanzar 91,9. Son valores que sobrepasan la norma y lo más preocupante es que pueden ser perjudiciales para la salud. Los expertos advierten de que exposiciones prolongadas por encima de 65 dBA son peligrosas. Y a pesar de ello, el Ayuntamiento admite hasta 75 dBA en vías muy transitadas. El de Aragó no es un caso aislado. Otros registros realizados durante el último mes –en las calles Pelai y Urgell, por ejemplo, también en horas de tráfico moderado– superaron con creces este máximo (véase gráfico).

"La Vanguardia" acompañó a la unidad de medición durante la mañana del miércoles. La elección de los emplazamientos la hace el área de Mantenimiento y Servicios del Ayuntamiento. A veces son lugares que acumulan quejas de los vecinos. Otros se escogen para conocer los efectos del asfalto sonorreductor que se está poniendo en gran parte de las calles del centro de la ciudad. En cualquier caso, las mediciones servirán para dibujar el nuevo mapa acústico de la ciudad (el último se elaboró en 1997).

De diez a once de la mañana, el vehículo, una furgoneta equipada con los más modernos sistemas de medición, comienza a trabajar en la ronda del Guinardó, a la altura de la calle Segle XX. A esa hora no hay mucho tráfico. Pero sí un edificio en construcción que emite sonidos estridentes. Los técnicos del laboratorio, Núria Rafanell y Toni Pou, sitúan el micrófono en la acera. "Se registran muchos sonidos, desde el autobús hasta los golpes de un martillo cercano; incluso hay quien se acerca y dice ¡hola, hola!", cuenta Toni. Cuando pasa algo fuera de lo habitual, se anota para que se tenga en cuenta a la hora de elaborar el informe. Hay otros condicionantes que no pueden pasarse por alto. No es lo mismo una calle ancha que otra estrecha; con pendiente que sin ella; flanqueda por edificios altos que por casas bajas. El resultado es 71,8 dBA de media con un mínimo de 57,3 y un máximo de 90,2 en la primera medición de diez minutos. El máximo permitido aquí también es de 75 dBA. El ordenador graba la fuente causante de la punta. Se trata de una moto, "algo muy habitual", aclara Núria.

Los transeúntes miran el aparato con curiosidad. "Me parece bien que midan el ruido –dice la vecina Sara Sinobas– desde que ésta es una vía de salida de Barcelona, hay mucho tráfico, sobre todo los fines de semana", explica. Otra residente, M.ª Paz López, se queja de la gran cantidad de ambulancias que van o vienen de Sant Pau. Los técnicos matizan los comentarios. Coinciden en que "una cosa es la percepción del ruido y otra el que se produce en realidad". Muchos vecinos se les quejan directamente . "Les decimos que deben dirigirse al distrito", aclara Toni. En su opinión, "somos conscientes del ruido cuando nos molesta pero todavía no suficientemente cuando somos nosotros quienes podemos evitarlo". Por eso, añade, "hay que trabajar en el campo de la sensibilización". El laboratorio móvil también hace esta labor, sobre todo en las escuelas.

La unidad se traslada al paseo Maragall, a la altura de Font d'en Fargas. Desde hace unos meses, esta vía tiene menos espacio para el aparcamiento y pavimento sonorreductor. "Lo hemos notado –dice el vecino Julián del Castillo– pero ahora hay más semáforos, tenemos uno delante de casa y hay más ruido por frenazos y acelerones, hemos tenido que aislar las ventanas", explica. Núria y Toni lo comprenden. De hecho, ha sido difícil situar la unidad móvil en un lugar fuera de los efectos de los semáforos. Otro condicionante que tendrán en cuenta es que enfrente hay un colegio. Aún así, el resultado vuelve a estar dentro de los márgenes admitidos por el Ayuntamiento: 71,8 dBA (el tope es 75), con mínimo de 57,3 y máximo de 90,2. ¿La causa del pico? Otra moto.


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