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San Sebastián, 23/08/03
Mirari Pérez Gaztelu | Médico foniatra

«Casi la mitad de los niños en edad escolar presenta alteraciones vocales»

Para la foniatra, es necesario encontrar un espacio para el silencio, «algo que en la sociedad actual se está perdiendo»
Mireya Álvarez
«Los niños que más chillan en la calle resultan ser los mejores entre sus amigos, el entrenador de fútbol les dice que, si no gritan, nadie les va a pasar el balón... El entorno les exige que fuercen la voz y no se les enseña a guardar silencio». Para la foniatra Mirari Pérez Gaztelu (Renteria, 1962), este mal uso de la voz «hace que se fatigue y se fuerce», y produce en los niños trastornos vocales. Según la experta, para detectar estas patologías es necesario que, desde la familia y la escuela, «se oiga la voz del niño, no sólo lo que dice», para poder tratar y solucionar el problema «lo antes posible y de forma eficaz» y no confundirlo, como ocurre muchas veces, con un catarro crónico.

-Un alto porcentaje de la población infantil presenta alteraciones vocales...

-Casi la mitad de los niños en edad escolar padece algún tipo de problema vocal, según las estadísticas cerca de un 40%, pero el problema está en que hay más casos que no están controlados porque no se ha detectado la alteración. Además, en ocasiones, los profesores se percatan de la patología, pero los padres no lo aceptan y no ponen al niño en manos de un especialista.

-¿Dónde está el origen de estos problemas?

-No tiene que ver con un hecho puntual sino que influyen varios factores como los niveles de ruido y la falta de silencio. Yo sigo pidiendo que haya un espacio para el silencio, esa capacidad del ser humano de estar callado y escuchar al otro. No entiendo la comunicación sin el silencio, no la concibo. Saber respetar los turnos al hablar y fomentar la reflexión individual es muy importante y se está perdiendo. Antes, en casa, se cantaba y se hablaba más, y los niños ampliaban sus miras de conocimiento. Ahora, en cambio, no hay tiempo para nada, ni en casa ni en la escuela, incluso se piensa que estar en silencio es una pérdida de tiempo. En la calle sucede lo mismo, el niño que más chilla es el mejor entre sus compañeros, los que hablan de una manera más suave y pausada parecen estar en un segundo plano. En los bares, por ejemplo, si no hay música te sientes mal, con tal de romper el silencio la gente es capaz de decir cualquier cosa. No hay más que ver lo que ocurre en los medios de comunicación, los programas infantiles están repletos de gritos, discusiones, interrupciones... Y tenemos que darnos cuenta de que transmiten usos de voz y actitudes ante la vida. El silencio es una parte muy importante en la formación musical, pero también en la formación del ser humano.

-¿Qué signos pueden ayudar a detectar este tipo de patologías?

-Suelen estar producidas por un mal uso de la voz, por una sobrecarga. Los niños hablan muy fuerte y pasan de tener una voz limpia y normal a forzarla y fatigarla. El hecho de forzar la voz influye en las cuerdas vocales y provoca la aparición de nódulos. Pero, normalmente, antes de que aparezcan los nódulos ya hay un problema, algo que afecta a la voz y que hay que personificar en un individuo que tiene una familia y acude a una escuela. No le puedes decir a un niño de seis años que esté callado hasta que se solucione su problema, hay que buscar fórmulas que le ayuden a superarlo. Al tratarse de un problema que no duele, que no es tan evidente, el niño lleva una vida totalmente normal, aunque no podrá hablar correctamente ni cantar bien. Muchas veces, se piensa que lo que tiene el niño es un catarro crónico. Quienes se percatan de estos problemas suelen ser los profesores, los tutores, profesores de música... Y, a veces, también los padres. Pero suele tratarse de gente que tiene una actitud de oír, una sensibilidad especial, que le prestan atención a la voz de su hijo o alumno, no sólo a lo que dice.

-Una vez detectado el problema, ¿cómo se debe actuar?

-Dependerá de la comunidad en la que te encuentres. En Gipuzkoa puedes llevar al niño al pediatra a través de Osakidetza, aunque a veces lo remiten al otorrino o al foniatra. Yo trabajo en Arans Gi, un centro privado concertado con Osakidetza en el que trabajamos con los problemas de voz. Si el niño necesita rehabilitación para modificar su conducta, se le aplica, pero la solución no es llevarle al centro tres días a la semana, sino cambiar los cuidados y actitudes en casa y en la escuela.

-¿En qué consiste la rehabilitación?

-Hay que trabajar todos los aspectos que intervienen en la voz, no tratar el problema sólo como una disfunción en las cuerdas vocales. Se realizan ejercicios para recuperar la forma normal de utilizar la voz. Se les enseña a respirar adecuadamente, a variar de intensidad, a saber cómo hay que gritar en el caso de que sea necesario, se les da unas normas a seguir para que la voz no se fatigue y estropee... Pero es un trabajo conjunto con los padres y la escuela, sólos no pueden rehabilitarse.

-El objetivo es lograr una voz sana...

-Eso es, una voz que sea capaz de comunicar lo que tú quieres expresar realmente, lo que está en tu interior. Una voz limpia y clara y que expresa todas las emociones sin resentirse.

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