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Cáceres, 12/08/03

Inician la recogida del patrimonio sonoro de Extremadura

El Laboratorio de Acústica de la Universidad extremeña ya ha registrado los sonidos que se producen en Monfragüe y los pueblos de la Sierra de Gata. El objetivo es crear una fonoteca que salvaguarde los sonidos más característicos de la región
Pablo Calvo
Extremadura no sólo puede verse, sino también oírse. Crear una fonoteca que almacene para generaciones venideras este patrimonio sonoro que caracteriza a los pueblos y comarcas de la región es el objetivo al que se han lanzando, con apenas 6.000 euros, el grupo de profesores que componen el Laboratorio de Acústica de la Universidad de Extremadura.

«Estamos tan acostumbrados a algunos sonidos típicos de nuestros pueblos e incluso de las ciudades de la región», asegura el catedrático Juan Miguel Barrigón, «que a veces no los apreciamos y valoramos en todo su significado. Extremadura es de los pocos sitios que van quedando en donde todavía puede escucharse el sonido de los pájaros, a veces incluso en plena ciudad», agrega.

Con sonómetros de gran precisión, los miembros del Laboratorio de Acústica (Valentín Giménez, Juan Antonio Méndez, Rosendo Vilches y José Manuel Baquero, además del propio Barrigón) se han ocupado durante todo el año pasado de registrar los sonidos que se producen en el Parque Natural de Monfragüe y en 11 pueblos de la Sierra de Gata. De momento, el proyecto, acogido al Plan Propio de Investigación de la Uex, ha agotado su financiación, aunque está en mente el continuarlo.

Barrigón explica que escogieron Monfragüe porque se trata de un paraje emblemático desde el punto de vista medioambiental y científico, y la Sierra de Gata «porque es una zona que aún conserva ciertos características sin modificar». También se han realizado otras grabaciones más esporádicas en pueblos de la comarca de Cáceres.

¿Qué es lo que se graba?. En Monfragüe principalmente los sonidos del entorno natural. En la Sierra de Gata los registros son más variados, y van desde las campanas hasta los chorros de las fuentes, las conversaciones, los juegos de los niños o las fiestas.

No es la primera vez, evidentemente, que se graban los sonidos procedentes de los campanarios de los pueblos extremeños, ni que se registra el picoteo de las cigüeñas o el rugir de los ciervos en la berrea. Pero el archivo sonoro que existe de Extremadura es fragmentado y parcial. El proyecto que acomete el Laboratorio de Acústica pretende hacer un registro, además de sistemático y con rigor científico, de la «realidad sonora» en su conjunto, sin centrarlo en un aspecto concreto, aunque se ha comenzado por lo que puede correr mayor peligro de desaparecer: los sonidos del mundo rural.

«Se graba lo que existe en ese lugar, todo, aunque nos interesa más lo que tenga que ver con lo más antiguo, con lo que se puede perder».

Cien horas de sonidos
El conjunto de las grabaciones suman en torno a las 100 horas. Se han hecho a veces sin estar presentes los profesores, en horario nocturno y situando los equipos en lugares resguardados cuando se han tomado muestras en Monfragüe. Tienen un duración media de entre tres y cinco minutos, aunque en el Parque Natural se han llegado a realizar mediciones de hasta 24 horas.

Una vez concluida esta fase, ahora se están catalogando las grabaciones. El proyecto no consiste sólo en la grabación del sonido, sino que ese registro va acompañado de un conjunto de datos que lo contextualizan: localización geográfica con GPS del lugar en el que fue registrado, temperatura, nivel de humedad, velocidad del viento, hora, etcétera.

Los resultados sonoros son volcados en un disco digital y probablemente podrán ser consultados en Internet con una buena calidad. «Ahora mismo en lo que estamos trabajando es en unir todos los datos recogidos y en darles una presentación agradable. Estamos almacenando las cintas originales con los sonidos, y a la vez se están haciendo copias». Una de ellas será remitida a la dirección del Parque de Monfragüe. No se trata sólo de la famosa canción de Simon&Garfunquel titulada 'Los sonidos del silencio', se trata de una realidad tangible en los pueblos de Extremadura: el silencio puede convertirse en lo más característico de un lugar, y se puede percibir con tanta nitidez como cualquier ruido. «En algunos pueblos la tranquilidad que hay por la noche es tan grande, que el ruido que produce el vuelo de un avión, que en una ciudad pasa completamente desapercibido, rompe el silencio nocturno de sus calles», asegura Juan Miguel Barrigón, director del Laboratorio de Acústica, con sede en la Escuela Politécnica. A veces, esta falta de sonidos es tal que desciende por debajo de los 20 decibelios, el límite inferior a partir del cual los aparatos de medida empiezan a 'trabajar'. «De puro silencio, ni siquiera los aparatos pueden registrar sonidos», recalca el catedrático de la Uex, para quien «Extremadura, por su enorme riqueza paisajística y su baja densidad de población, es un lugar ideal para disfrutar de sonidos que no se escucharían en otros lugares más poblados». El proyecto de crear una fonoteca con los sonidos de Extremadura que ha iniciado el Laboratorio de Acústica de la Uex tiene la peculiaridad de que no se centra en unos registros concretos, el habla típica de los vecinos de un pueblo o los sonidos que produce determinado animal en época de celo. El modo en el que lo han planteado es situar los sonómetros como testigos inmóviles para que registren la realidad tal como es, con la mezcla de sonidos que se producen y la sucesión de ruidos y silencios.

«Mi opinión es que no hay que desechar nada», asegura el profesor Juan Miguel Barrigón. «Se debe grabar lo que existe, no sólo lo más significativo. Luego, lógicamente, lo grabado se irá catalogando según el grado de interés que tenga», precisa.

Un adelanto de este trabajo fue expuesto por le propio catedrático en Madrid con motivo del Centenario de la Sociedad Española de Física y Química. Los asistentes se mostraron entusiasmados con la realidad registrada. «Les llamó mucho la atención el sonido de la campana en torre de una iglesia, es decir, el pasar del silencio casi absoluto de los 20 decibelios que de pronto es roto con el sonido estruendoso pero armónico de las campanas».

Barrigón también les mostró los sonidos que hacen las cigüeñas. «Pensamos que es normal escuchar el golpeteo de los picos de las cigüeñas en las torres de los campanarios, pero no creamos que eso ocurre en todos los sitios. Ni tampoco que el nivel de ruido descienda de los 20 decibelios o las conversaciones tranquilas de ancianos», subraya.

Para preservar toda esta riqueza de sonidos el Laboratorio ideó crear una fonoteca que reuniera los «los sonidos del mundo rural y natural de la región».

Patrimonio intangible
«Nuestra propuesta de futura», prosigue Barrigón, «es poner a disposición de otros investigadores un archivo de sonidos que salvaguarde el patrimonio sonoro de Extremadura». En su opinión, este 'patrimonio intangible' como en su momento lo calificó la Unesco, es «poco conocido y su estudio se encuentra muy atrasado».

De cara al futuro, el Laboratorio de Acústica se ha marcado objetivos más específicos, por ejemplo, conocer cómo afectan las condiciones meteorológicas a los entornos sonoros de Extremadura, o recoger los distintos acentos y dialectos que puede haber en la región, además de los «ambientes folclóricos» de las diversas fiestas. Los resultados se pondrán a disposición de los investigadores

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