Borrachos de a pie
MAURICIO BERNAL
"Desorientados, por no decir otra cosa", dice. Son grupos de desorientados lo que descubre cuando, los sábados y los domingos, llega a las ocho de la mañana para abrir el único colmado de la plaza de George Orwell. A semejante hora, los desorientados tienen tres actividades favoritas, que en una muestra admirable de fidelidad o devoción desarrollan siempre contra las persianas de los negocios: dormir, orinar y vomitar. "Todos los veranos es lo mismo", explica. Sólo que este verano es a lo grande. "Lo mismo" es, aparte de los colocados, una variada colección de botellas, latas de cerveza y papelería diversa que mañana tras mañana le dan a la plaza un aire de pequeño vertedero. De vez en cuando, algún desorientado consigue arrancarse de su modorra, sortea como puede las botellas en el suelo y entra en el colmado. "Alguna vez he tenido un encontronazo con ellos porque intentan robar algo, pero por suerte no sucede con mucha frecuencia", cuenta. El edén nocturnoPero por muy gamberra que sea la plaza de George Orwell, la reina indiscutible del botellón en el centro de la ciudad es la plaza Reial. Ah! La plaza Reial, suspiran los entendidos. Como es más grande y, desde luego, hay muchas más persianas, ebrios y desorientados del mundo parecen haber desarrollado una singular tendencia a creer que se trata de una especie de paraíso, de edén nocturno. "Más que la basura, lo que hay por las mañanas es un olor espantoso", se queja Elena Capucci, una italiana vecina del lugar. La herencia que dejan las noches de botellón no se limita, sin embargo, a los olores y las basuras. Refugio internacional de los borrachos de a pie --hay muchos bebedores, y de muchos países--, la plaza Reial ofrece a la mañana siguiente el infatigable espectáculo de la resaca al aire libre. "Cuando sales un sábado o un domingo por la mañana, te encuentras algunos turistas durmiendo por ahí, en los portales, pero los que están todos los días son los borrachos de siempre, los que prácticamente viven en la plaza", explica Eugenia Codinachs. Ella, que vive en un piso cuyas ventanas dan sobre la plaza, dice que le gusta el ambiente que por ahí se respira. Ella, que andará por los 20 años, no lo dice claramente, pero en el aire queda la impresión de que esos borrachos de siempre tienen algo que ver con todo el jaleo; donde bebe uno beben dos, ya se sabe. La plaza del Sol, claroPor muchos tesoros que guarde, sin embargo, el casco antiguo no monopoliza el derecho barcelonés a toparse con basuras y desorientados a las ocho de la mañana de un sábado. Para eso están también, en Gràcia, la plaza del Sol --respetable historial-- y la de Rius i Taulet. El nuevo concejal del distrito, Ricard Martínez, dijo hace poco que buscará arreglar el problema del "ocio nocturno". Los vecinos esperan.
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